Tulio Ortiz Uribe
Hace seis meses, Hortensia Aguilar Mendoza tuvo que acompañar a su suegro al Hospital de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social en Ciudad Obregón, Sonora. El paciente (“no diga su nombre porque sigue aquí en tratamiento”), fue enviado por el Hospital General de Zona de La Paz, a fin de que le practicaran allá una angioplastia, un procedimiento que consiste en dilatar una arteria coronaria obstruida por placas de colesterol, y así restaurar el flujo sanguíneo.
La falta de servicios de tercer nivel en los hospitales del IMSS en el estado, para atender a pacientes de gravedad y padecimientos delicados, es la causa por la cual deben ser trasladados a unidades de especialidades en Ciudad Obregón, Sonora, Tijuana, Baja California o Guadalajara, Jalisco.
“Mi suegro, dice Hortensia, ya tenía un año malo. Se le subía mucho la presión. Le daban fuertes dolores de cabeza, mareos y vómitos. En el IMSS nos traían a vuelta y vuelta hasta que al fin decidieron mandarlo.
“Nosotros somos gente pobre, vinimos del estado de Veracruz para ver si aquí podíamos levantarnos, pero ha sido muy difícil. Mi marido trabaja en la construcción y se las ve muy duras, ahorita ya tiene un mes sin trabajo, todo está bien caro y tenemos cuatro hijos que mantener.
“Pero no había de otra, relata, solo yo podía acompañar a mi suegro a Obregón ya que mi esposo estaba echando unos pisos allá por el Centenario. Dos días antes de la fecha de salida, me presente en la oficina de traslados para recoger el dinero que dan para el viaje, para comidas y hotel. Y cuál no sería mi sorpresa de que me dieron 229 pesos para pagar mis gastos por cuatro días en una ciudad que ni conozco. Madre mía dije, ¿qué voy a hacer con esto?”
El reglamento de Prestaciones Médicas del Instituto Mexicano del Seguro Social, en su artículo 101 establece “como monto de ayuda para viáticos por persona y por día, el importe de un salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal, cuando el traslado implique la necesidad de alojamiento y de los tres alimentos”
Aunque les dieron para el pasaje en avioneta (“ni modo que lo hubiera llevado en lancha”), Hortensia supuso que aquello no le iba a alcanzar para gran cosa y consiguió con sus vecinas de Loma Linda, la colonia donde vive, otros 200 pesos. “Hay se los pago aunque sea de a poquito, les dije, y todavía es hora de que no acabo de liquidarles”
“Pues para no hacérsela larga, sigue diciendo Hortensia sentada sobre una jardinera a la entrada del Hospital General de La Paz, en cuanto llegamos a Obregón ya me había gastado 180 pesos que nos cobró el taxi del aeropuerto al hospital. Pos bueno, haber cómo me las arreglo con los 250 pesos que me quedan, pensé desconsolada.
“Ese día que era martes, comenta, llegamos al hospital a las cinco de la tarde y ahí nos dijeron que nos presentáramos al día siguiente a las siete de la mañana para internarlo. Así que buscamos un lugarcito en un pasillo para dormir. No pude pegar el ojo en toda la noche y mi suegro tampoco. Le dolía la cabeza y tenía escalofríos. Me acerqué por ahí con una enfermera y me dio unas pastillas que algo le calmaron la dolencia. Afuera, en la calle, un señor vendía café caliente y champurrado en su carrito. Más allá una señora vendía burritos. Compre un café, un champurrado para mi suegro y dos burritos para cada uno. En total me gasté 57 pesos.
“El miércoles por la tarde le hicieron a mi suegro el catetismo (cateterismo) y lo dieron de alta el jueves. Este día ya no pudimos viajar a La Paz porque no había lugar en la avioneta, así que nos pasamos otra noche en los pasillos del hospital. Ya se imaginará, con mi paciente recién intervenido, ahí lo veía en el suelo, esperando que amaneciera. El viernes nos fuimos al aeropuerto en pesera y llegamos bien. Aunque nomás viera lo mal pasada que venía, en tres días sólo comí unos burritos y café. Y no se diga las malas noches en el suelo duro porque no llevamos cobija. Ni modo, a los más pobres se nos cargan más las pulgas”, termina diciendo Hortensia al tiempo que corre para alcanzar la pesera.
Para simples ciudadanos, el trato con el IMSS puede resultar de pesadilla, pero para otros, los privilegiados, ahí está el presupuesto, abundante.
El 27 de julio pasado, el chofer de Carlos Mendoza Davis, delegado del IMSS en el estado, pasó a recogerlo las seis de la mañana a su casa para llevarlo al aeropuerto, ya que debía abordar el vuelo 2069 de Aeroméxico, con destino a la ciudad de México. De acuerdo con el pliego de comisión número 756 –documento donde se detalla el motivo del viaje, el destino y la duración-, estaría en esa ciudad cuatro días, para tener reuniones con funcionarios de las áreas de planeación y personal. Para dicho viaje se le entregaron boletos de avión por un total de 10 mil 208 pesos y 12 mil 338 para alimentación y hospedaje. 22 mil 546 pesos en total.
De acuerdo a un documento oficial entregado a esta revista por el IMSS mediante la solicitud de información número 0064101645410 gestionada ante el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), Mendoza Davis gastó del primero de mayo de 2007 al 30 de septiembre de este año, 571 mil 351 pesos en viáticos. En total realizó 96 viajes dentro y fuera del estado.
Con esa cantidad se hubiera podido pagar el sueldo de un médico y una enfermera, durante cuatro años, en alguna de las localidades del norte del estado donde los derechohabientes tienen que recorrer grandes distancias para recibir atención médica. Esto sin contar con que, por ejemplo, durante 2009 hubo mil 217 viajes de funcionarios de la delegación.
Durante su informe de gobierno 2009, Carlos Mendoza dijo que gracias a los esquemas “de ahorro y eficiencia administrativa”, han permitido al Instituto “gozar de los márgenes necesarios para continuar proyectos de crecimiento e infraestructura en todos los rubros de su operación”
Sin embargo la realidad es otra: derroche de recursos, ineficiencia, corrupción y pésima atención a los derechoabientes, tienen al Instituto al borde del colapso financiero y de servicios.
Con un salario neto de 82 mil 276 pesos mensuales, el delegado viajó el pasado 25 de junio a Ciudad Constitución “en visita de supervisión y apoyo a la gestión de las unidades médicas y a la Expoagro 2010”, según se lee en el pliego de comisión número 651, para lo cual se le dieron 4 mil 589 pesos, no obstante que sólo estuvo 12 horas y viajó en un transporte del Instituto con chofer.
Del 5 al 9 de noviembre del año pasado -pliego de comisión número 971-, estuvo cinco días en Cabo San Lucas, con motivo de “recorrido y evaluación de las unidades y subdelegación”. Se le dieron 12 mil 980 pesos para alimentación y hospedaje, con todo y que el funcionario tiene un departamento en ese destino.
De acuerdo al pliego de comisión 349, el delegado viajó del 26 al 29 de abril pasado a Tijuana, Baja California. El motivo: asistir a la XI Reunión Regional del Noroeste. El costo fue de 10 mil 985 pesos.
Cada viaje que realizó a Los Cabos, y lo hizo en 40 ocasiones, se le entregaron sólo para alimentos 848 pesos diarios.
Carlos Mendoza Davis, hijo de Ángel César Mendoza Arámburo, de amplia trayectoria priista que gobernó el estado de 1975 a 1981, renunció a la delegación del IMSS el pasado 30 de octubre, para integrarse a la campaña política del ahora panista Marcos Covarrubias Villaseñor.
En 2007 gastó en 23 viajes 120 mil 993 pesos; en 2008 realizó 28 viajes a un costo de 180 mil 832 pesos; 27 traslados en 2009 costaron al erario 146 mil 558 pesos y en este año se gastó 122 mil 966 pesos en 18 viajes. Cada día que estuvo de comisión se le dieron 25.8 salarios mínimos para alimentación y hospedaje. Y, desde luego, los vuelos son en clase premier.
Otra historia
A pesar de que el IMSS se compromete a cubrir pagos de pasajes de ida y regreso de los enfermos y de un acompañante, así como los viáticos de éstos durante la estancia en el nosocomio, se sabe que apenas alcanzan para cubrir una raquítica alimentación, pues con 57 pesos diarios por persona que son ofrecidos no se puede pensar en dormir en hotel y cubrir pagos de taxis o camiones.
Para los familiares de las personas en situaciones riesgosas de salud, los traslados a otros hospitales representan duros golpes al bolsillo. Es usual que los acompañantes no tengan un lugar donde pasar la noche, por lo que algunos prefieren dormir en los hospitales, aún con el temor de ser corridos por los guardias.
“Vengo de Santa Rosalía, dice una derechohabiente que decide ocultar su nombre, porque la especialidad que necesito no la tienen allá. No pueden prestar ayuda psiquiátrica. No me pude venir en camión porque tengo la columna lastimada y son muchas horas de camino, entre 8 y 9 horas. Mi hermano me hizo el favor de manejar hasta acá y traerme en su carro, tuvo que pedir permiso en su trabajo. Gastamos 2 mil pesos de gasolina de ida y de vuelta.
“En cuanto a viáticos allá te dicen: -¡muévete como tú quieras! Nos iban a dar 57 pesos de viáticos por día, pero me dijo el Director: “lo siento mucho señora, pero no la puedo ayudar, porque no hay dinero”. En Cachania me dijeron que si hay presupuesto el próximo año, me dan la mitad de lo que gastamos en gasolina.
“Aquí dormitamos en el carro, para la cita de hoy. Comimos los burritos y el agua que traíamos de lonche. Me atendieron, y ya nos vamos a regresar, a ver cómo nos va de regreso.”
El futuro
El desperdicio de recursos, la mala orientación operativa y los procesos viciados de adquisiciones, son algunas de las causales que han generado la crisis que actualmente enfrenta el Instituto Mexicano del Seguro Social, revela un análisis de las finanzas de dicha institución realizado por el Centro de Análisis de Políticas Públicas, “México Evalúa”, que dirige Edna Jaime Treviño.
El problema no es nuevo, se ha informado en diversos reportes desde mediados de los 90s, a inicio del año 2000, en 2005 y ahora en 2010. Lo más impactante es que en cada una de estas ocasiones de “autocrítica” ha estado ausente una metodología y diseño de indicadores que evalúen el impacto, los procesos, la eficiencia, eficacia, pertinencia y costo beneficio en el uso de los recursos del Instituto. Lo cual oculta responsabilidades e ignora el futuro. (Con información de Diana Cuevas)