lunes, 28 de agosto de 2023

 

Gobierno federal y Salinas Pliego: una relación psicopática

 

Eduardo Nava Hernández  


El martes 22 en la conferencia de prensa presidencial, el procurador fiscal de la Federación Félix Arturo Medina hizo una denuncia pública contra “una empresa de gran tamaño con presencia nacional” que fue fiscalizada en los años 2010, 2011 y 2013, encontrándose que dejó de pagar impuestos por más de 25 mil millones de pesos.

Para ello, se ha valido de diversas estrategias legales, señaló el funcionario, para retrasar la emisión de sentencias judiciales que lo obliguen a cubrir su adeudo con el fisco. Incluso ha recurrido tal empresa, nunca mencionada por su nombre en la mañanera, a demandar que la Suprema Corte de Justicia ejerza su facultad de atracción para llevar a esa instancia el litigio que el gobierno tiene contra ella. El procurador señaló en particular al ministro Luis María Aguilar Morales como el togado que en los recientes ocho meses ha sido omiso y ha retrasado sin causa justificada el tratamiento del caso, impidiendo así que fluya la demanda de la instancia fiscal contra la aludida empresa para recuperar la cuantía mencionada.

La intención de la denuncia matutina ante la prensa y los ciudadanos era hacer una vez más señalamientos contra el Poder Judicial, la Suprema Corte y el ministro Aguilar Morales, en el contexto de los constantes choques que el Ejecutivo ha tenido en los últimos tiempos con estas instancias jurisdiccionales. La SCJN ha respondido que el asunto no está todavía en sus manos, pues aún no ha ejercido la facultad de atracción del caso, que sigue, en consecuencia, en los tribunales ordinarios.

No fue difícil, pese a la secrecía en el nombre del consorcio evasor, identificar que se trata de la cadena de tiendas Elektra, propiedad del multimillonario Ricardo Salinas Pliego. Es ya muy conocido que éste ha venido durante muchos años negándose a liquidar su adeudo con el Servicio de Administración Tributaria. La historia de “Don Ricardo Salinas”, como él mismo exige que se le llame, y de sus negocios también ha dado tema a diversas crónicas y notas de prensa durante tres décadas. En su número de agosto, la revista Proceso le ha dedicado al personaje y al caso de la evasión impositiva un extenso reportaje, para no ir muy lejos.

Heredero de una mediana fortuna forjada en la fabricación y venta de muebles a lo largo de dos o tres generaciones, saltó a la fama pública en 1993 cuando, como cabeza de un grupo de inversores se hizo de la propiedad de la televisora del Estado TV Azteca (antes Imevisión, integrada por los canales 13 y 7 de UHF), privatizada por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Después se sabría que, para concretar la adquisición, Salinas Pliego recibió un préstamo nada menos que de Raúl Salinas, el polémico “hermano incómodo” del presidente. Desde el principio, entonces, la operación, iba marcada por el tráfico de influencias. Desde unos años antes, Ricardo había asumido también la presidencia del Grupo Elektra, que comenzó a tener un espectacular crecimiento no sólo en la República Mexicana sino en algunos países de América Central.

En 2002, TV Azteca se hizo por la fuerza, con un comando de hombres armados, de la antena de transmisión de CNI Canal 40 (VHF) del empresario Javier Moreno Valle, en un episodio que pasó a ser conocido como el Chiquihuitazo (por el cerro del Chiquihuite, donde se ubican esas instalaciones). Salinas y Moreno habían firmado un contrato de asociación de sus televisoras. En medio de acusaciones mutuas de incumplimiento, el litigio fue a dar a tribunales; pero antes de esperar el veredicto judicial, Salinas ocupó ilegalmente esas instalaciones, que convirtió en Azteca 40 y más tarde en Proyecto 40. Tras el golpe armado, cuando se preguntó al presidente Vicente Fox si su gobierno intervendría para restablecer el estado de derecho, fue que el mandatario respondió con su célebre “¿Y yo por qué?” Tiempo después, la SCJN daría la razón al promotor del asalto, que pudo así consolidar su cadena televisiva. El mismo Fox otorgó a Salinas Pliego una licencia para fundar Banco Azteca, la rama financiera del grupo del magnate, que también se ha extendido hasta ser uno de los bancos más importantes por el número de sus sucursales. Maneja también la Aseguradora Azteca y la Afore Azteca, por la cual atrae y administra los fondos de retiro de cientos de miles de trabajadores.

Igualmente, durante el gobierno foxista, en 2002, se creó la Fundación Azteca, uno de cuyos proyectos más conocidos fue el de crear orquestas y coros infantiles y juveniles en diversos Estados y regiones de la República, Más tarde se sabría que la fundación de Salinas aportaba una parte mínima para ese fin, y que en realidad los grupos musicales eran subsidiados con millones de pesos por el gobierno federal a través de la SEP, el Conaculta y otras instituciones (https://www.animalpolitico.com/2018/06/fraude-orquestas-tv-azteca).

En 2003 siempre al abrigo del gobierno de Fox, el grupo de Salinas Pliego adquirió Iusacel, la primera empresa de telefonía del país, la cual fusionó en 2007 con Unefon y que en 2014 fue vendida a la estadounidense AT&T. En materia de telecomunicaciones, el Grupo Salinas conserva Totalplay, que ofrece servicios de Internet, telefonía fija y móvil y televisión de paga. En 2004 diversificó don Ricardo sus negocios con la empresa Italika, que hoy domina una gran porción del mercado de motocicletas en el país. Así, contando con algunas otras ramas de operación, en su mayoría conformadas mediante los favores de los gobernantes, Salinas Pliego ha llegado a ubicarse como el tercer hombre más rico del país, con una fortuna de 10 mil 900 millones de dólares, aunque ésta ha disminuido en el último año en 12.4 por ciento, pues en 2022 era de 12.45 millardos, según el célebre catálogo de la revista Forbes (https://www.forbes.com.mx/millonarios-2023-elektra-y-banco-azteca-acaparan-los-reflectores-de-salinas-pliego/). ¿Cuánto de esa riqueza ha sido obtenida esquilmando a los infortunados que se endeudan para adquirir un electrodoméstico “en abonos chiquitos” con los que acaban pagando el doble o el triple del precio original? ¿Ha hecho algo el gobierno que dice tomar partido y dar prioridad a los pobres para evitar esas modalidades de fraude?

Ahora sabemos que fue desde el gobierno de Felipe Calderón, hacia 2010, que Salinas decidió no pagar los impuestos a los que está obligado, y es desde entonces que vienen los reclamos de la Secretaría de Hacienda, los que han pasado por diversas instancias judiciales con muy poco éxito. Y a eso es a lo que se refirió el procurador fiscal en su translúcida intervención mañanera.

Con todos esos antecedentes, y siendo Salinas Pliego uno de los multimillonarios generados por la horneada privatizadora del salinismo —como Carlos Slim, Alfonso Romo y una veintena más— y beneficiario como pocos del “capitalismo de compadres (crony capitalism, en su versión anglo), como diversos autores han llamado al favoritismo estatal hacia ciertos empresarios, ha disfrutado de enormes canonjías también durante el gobierno de la autodenominada “Cuarta Transformación”. Sorprendió, al iniciar el sexenio lopezobradorista la designación como secretario de Gobernación de Esteban Moctezuma Barragán, como titular de la SEP, sin antecedentes en el sector educativo y quien venía de ser durante 16 años director general de la Fundación Azteca. También López Obrador entregó el manejo a Banco Azteca de los recursos de varios de los programas de asistencia social de la Secretaría de Bienestar; y TV Azteca sigue ubicada como el segundo medio que más contratos de publicidad ha recibido del gobierno federal entre 2019 y 2022, con un gasto de 985 millones 776 mil pesos, sólo por debajo de Televisa, que recibió en ese periodo 1 087 millones 638 mil pesos, y un poco por arriba del diario La Jornada, que ha obtenido 919 millones 167 mil pesos. Si bien el actual gobierno ha ido reduciendo su gasto en publicidad, es un hecho que el Congreso, con mayoría de Morena y sus aliados, ha desatendido, pese a al menos dos emplazamientos de la SCJN, la aprobación de la ley reglamentaria del gasto gubernamental en ese renglón, por lo que prevalece la discrecionalidad en el otorgamiento de los contratos de divulgación.

Por si todo eso fuera poco, al inicio de su gobierno, AMLO conformó un equipo de asesores empresariales —algo que ninguno de los considerados como gobiernos de la etapa “neoliberal”, no superada hasta hoy, había hecho— en el cual integró, junto con otros magnates o representantes de las más grandes empresas del país, a Ricardo Salinas Pliego.

Pese a los favores recibidos de la administración lopezobradorista, el megaempresario se ha comportado atrabiliariamente atacando a ésta cada vez que le conviene y seguramente dolido porque lo quieren obligar a pagar los impuestos adeudados, que llegaron a ser 32 mil millones y hoy, como queda señalado, más de 25 mil. Durante la pandemia de Covid-19 en 2020 y 2021, cuando se ordenó el cierre de todas las empresas no prioritarias, Salinas se negó a cerrar sus tiendas Elektra, que permanecieron abiertas. En éstas hubo contagios y decesos entre los trabajadores. También desató una campaña mediática en esos días contra el subsecretario López-Gatell, conductor oficial del combate al peligroso padecimiento. Para enfrentar la campaña contra López Gatell y llamando a no hacer caso a sus recomendaciones, el presidente expresó en abril de 2020: “Creo que se equivocó mi amigo Javier Alatorre, anoche, que llamó a no hacerle caso a Hugo López-Gatell, creo que fue una actitud no bien pensada, porque Javier es una persona buena, creo que cometió un error”. Pero no era un error; era una maniobra diseñada por los altos mandos de TV Azteca y Elektra para que el confinamiento y la parálisis parcial de la economía no afectara sus ganancias.

Hace poco, el propio Salinas Pliego, a través de su cuenta en X (antes Twiter) se ha trenzado en una guerra de insultos contra la secretaria general del Morena, Citlalli Hernández, a quien ofende por su físico, tema que ha llegado al INE, donde se ordenó al empresario borrar sus tuits, juzgados como expresiones de violencia política de género, y disculparse por violar la ley. El empresario declaró públicamente que no obedecería a la resolución de la Comisión de Quejas y Denuncias del organismo electoral, que no borraría sus inserciones y seguiría hostigando a la morenista cada vez que se le antoje. Si alguien encarna en México “al más mezquino y odioso de los despotismos [del capital]”, como escribió Marx, ése es Ricardo Salinas Pliego.

Y como cereza del pastel, al desatarse recientemente el gran debate sobre el contenido de los libros de texto gratuito, TV Azteca se sumó a la campaña contra éstos de la manera más estridente, amarillista y paranoica posible, acusando a la SEP de querer formar a los niños en la doctrina comunista como producto de un virtual complot del gobierno para controlar ideológicamente la conciencia de la infancia mexicana. Ante esa engañifa, y ante otras agresiones del magnate, la respuesta del gobierno no ha sido tibia, sino lo que le sigue, como los jóvenes dicen.

En un artículo de diciembre de 2020, con la pandemia y el encierro vigentes, y con ello la campaña de Azteca contra las disposiciones sanitarias, Jorge Zepeda escribió: “Una y otra vez el Presidente ha defendido la imagen del empresario del Ajusco cuando en las mañaneras es encarado por las violaciones de este grupo a las normas de contingencia (‘causó daño la declaración de Javier Alatorre, pero no tanto, hay que perdonar’), sus excesos jurídicos con respecto a la evasión fiscal (sí, debe al SAT ‘pero habría qué ver cuánto’), los vínculos de sus empresas con negocios corruptos como el de Fertinal (‘no hay que creer al The Wall Street Journal’)” (https://www.sinembargo.mx/20-12-2020/3912443).

Y esa actitud, en exceso mesurada por parte de quien casi cotidianamente recurre a esa forma de corrupción que consiste en usar los recursos del Estado para atacar y desacreditar a sus adversarios políticos y críticos, ha continuado. En relación con la nueva campaña anti libros de texto en la que otra vez la “persona buena” arremetió contra el gobierno, López Obrador hizo una parodia, de manera de restar importancia a esta nueva operación de la emisora del Ajusco contra su gobierno.

Salinas Pliego no ha sido retirado del grupo de asesores presidenciales, pese a ese cúmulo de violaciones y desafíos al gobierno. Cada vez que se les pregunta acerca de su relación, tanto el oligarca de los abonos chiquitos como el presidente declaran ser amigos. Pero es ya una relación entre dos poderes, uno constituido y otro fáctico, el del Estado y el del dinero, que raya en lo enfermizo, en lo patológico, en lo esquizoide. “Pégame, pero no me dejes”, parece decir AMLO al amigo que por varios flancos le lanza fuego y sabotea su gobierno. Nuevamente, Jorge Zepeda ha reiterado, en una nueva colaboración periodística, su perplejidad ante la actitud del mandatario: “[…] difícil de entender la buena predisposición de López Obrador, que por mucho menos que eso ha sido implacable en contra de sus críticos. Hace tres años me preguntaba, igual que hoy: ¿desconocemos algo que convierte a este personaje en amigo o aliado del presidente? ¿Algo sabe el empresario del presidente que los demás no sabemos?” ( https://www.sinembargo.mx/13-08-2023/4396472).

Es seguro que el sexenio terminará, López Obrador se irá y Salinas Pliego continuará como el acaudalado soberbio, vulgar y despótico que es, explotando a los trabajadores de sus tiendas y succionando los magros ingresos de los pobres que caen en sus redes crediticias. Ojalá, al menos, ya que se lo ha propuesto, el gobierno logre hacerle pagar sus impuestos.

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Eduardo Nava Hernández. Politólogo – UMSNH

La Tijereta ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

miércoles, 9 de agosto de 2023

 

Otro aniversario del mayor acto terrorista de la historia

 

Jorge Majfud

El número de Time del 13 de agosto de 1945 cita a Truman: “hace dieciséis horas un avión estadounidense lanzó una bomba sobre Hiroshima, una importante base del ejército japonés. Esa bomba tenía más poder que 20.000 toneladas de TNT… Es una bomba atómica. Es un beneficio del poder básico del universo; lo que se ha hecho es el mayor logro de la ciencia en su historia… […] ahora estamos preparados para destruir más rápida y completamente todas las empresas productivas que los japoneses tienen sobre su suelo… si no aceptan nuestros términos, pueden esperar otra lluvia de fuego, como nunca se ha visto en esta tierra”. En Londres, Winston Churchill también se refirió a estas proezas de la ciencia: “debemos orar para que este horror conduzca a la paz entre las naciones y que, en lugar de causar estragos inconmensurables en todo el mundo, se conviertan en la fuente perenne de la prosperidad mundial”.[i]

En su portada del 20 de agosto la misma revista recibía al lector con un gran disco rojo con fondo blanco y una X que tachaba el disco. No era la primera bomba atómica de la historia arrojada sobre una población de seres humanos sino el sol o la bandera de Japón. En la página 29, un artículo bajo el título de “Awful Responsability” (“Una responsabilidad terrible”) el presidente Truman trazaba las líneas de lo que iba a ser más tarde el pasado. Como un buen hombre de fe siempre que es colocado por Dios en el poder, Truman reconoció: “Le damos gracias a Dios porque esto haya llegado a nosotros antes que a nuestros enemigos. Y rezamos para que Él nos pueda guiar para usar esto según Su forma y Sus propósitos”.[ii] En la inversión semántica de sujeto-objeto, por “esto” se refiere a la bomba atómica que “nos ha llegado”; por “nuestros enemigos”, obviamente, se refiere a Hitler e Hirohito; por “nosotros”, a nosotros, los protegidos de Dios.

En realidad, la barbarie de fuego había comenzado mucho antes. El general LeMay había sido el cerebro que planificó el bombardeo de varias ciudades de Japón, como Nagoya, Osaka, Yokohama y Kobe, entre febrero y mayo de 1945, tres meses antes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

En la noche del 10 de marzo, LeMay ordenó arrojar sobre Tokio 1500 toneladas de explosivos desde 300 bombarderos B-29. 500.000 bombas llovieron desde la 1:30 hasta las 3:00 de la madrugada. 100.000 hombres, mujeres y niños murieron en pocas horas y un millón de otras personas quedaron gravemente heridas. Un precedente de las bombas de Napalm, unas gelatinas de fuego que se pegaban a las casas y a la carne humana fueron probadas con éxito. “Las mujeres corrían con sus bebés como antorchas de fuego en sus espaldas” recordará Nihei, una sobreviviente. “No me preocupa matar japoneses”, había dicho el general LeMay.

Cuando la guerra estaba decidida y acabada, una semana después de las bombas atómicas, cientos de aviones estadounidenses regaron con otras decenas de miles de bombas diferentes ciudades de Japón dejando otro tendal de miles de víctimas prontas para el olvido. El general Carl Spaatz, eufórico, propuso arrojar una tercera bomba atómica sobre Tokio. La propuesta no prosperó porque Tokio ya había sido reducida a escombros mucho tiempo atrás y sólo quedaba en los mapas como una ciudad importante.

El Japón imperial también había matado decenas de miles de chinos en bombardeos aéreos, pero no eran los chinos lo que importaban por entonces. De hecho, nunca importaron y hasta fueron prohibidos en Estados Unidos por la ley de 1882. El mismo general Curtis LeMay repetirá esta estrategia de masacre indiscriminada y a conveniente distancia en Corea del Norte y en Vietnam, las que dejarán millones de muertos civiles como si fuesen hormigas. Todo por una buena causa (libertad, democracias y derechos humanos).

Poco después de los incontables bombardeos sobre civiles inocentes e indefensos, el heroico general LeMay reconocería: “si hubiésemos perdido la guerra, yo hubiese sido condenado como criminal de guerra”. Por el contrario, al igual que el rey Leopoldo II de Bélgica y otros nazis de Hitelr promovidos a altos cargos de la OTAN, LeMay también fue condecorado múltiples veces por sus servicios a la civilización, entre las que se cuentan la Légion d’honneur, otrogada por Francia.

Nada nuevo. La narratura de los hechos no es sólo para consumo nacional. Se exporta. En el puerto de Shimoda, un busto del capitán Matthew Perry recuerda y recordará, por los siglos por venir, el lugar y la fecha en que el capitán americano liberó el comercio de Japón en el siglo XIX a fuerza de cañón e hizo posible la voluntad del dios de esos cristianos tan particulares. Un siglo después, en 1964, el mismo gobierno de Japón le otorgó la Orden del Sol Naciente al general Curtis LeMay por sus servicios a la civilización. ¿Cuál fue su aporte? El general LeMay innovó las tácticas militares durante la Segunda Guerra mundial bombardeando de forma indiscriminada media docena de grandes ciudades japonesas en 1945. Meses antes de las célebres bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, sólo en una noche murieron cien mil civiles en Tokio bajo una lluvia de otras bombas estadunidenses. LeMay reconoció: “No me molesta matar japoneses”.

Claro que no todo fue a su gusto. Años después, le recomendó al joven inexperiente, el presidente Kennedy, lanzar algunas bombas atómicas sobre La Habana como forma de prevenir un mal mayor. Kennedy no estuvo de acuerdo. Un par de décadas más tarde, en una de las primeras conversaciones sobre el tema Cuba, Alexander Haig, nuevo Secretario de Estado, le dijo al presidente Ronald Reagan: “Sólo deme la orden y convertiré esa isla de mierda en un estacionamiento vacío”.

En 1968, el general LeMay será el candidato a la vicepresidencia por el partido racista y segregacionista llamado Partido Independiente de Estados Unidos.

Si de algo no pecan los mayores criminales de la historia es en alguna forma de incoherencia. No de sus acciones con sus prédicas sino de sus acciones por un lado y de sus predicas por el otro. Sus víctimas también. Luego del mayor acto terrorista de la historia, los gobiernos de Japón no ahorrarán en pedidos de perdón por el crimen de haber sido bombardeados en todas las formas posibles y sin piedad.

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La Tijereta ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


[i] “Birth of an Era”, Time, 13 de agosto de 1945, p. 17.

[ii] “Awful Responsibility”, Time, 20 de agosto de 1945, p. 29.