Turismo o colonización
Tulio Ortiz Uribe
Por lo que se ve, pronto los mexicanos de a pie tendrán que saltar trancas, barrancas y dispositivos de seguridad privada para
acercarse al mar.
Y es que los diputados del PRIAN legalizaron el martes lo que durante
40 años se dio en lo oscurito y con limitaciones: que los extranjeros puedan
adquirir, de manera directa, propiedades
inmobiliarias en lo que históricamente fue la zona restringida de cien kilómetros
en la frontera y cincuenta en las costas.
De esta forma si a los
senadores les da por avalar la ocurrencia de los diputados, la península de
Baja California podrá ser comprada casi completa por extranjeros, pues si
sumamos los 50 kilómetros de la costa
hacia adentro por el lado del Pacífico y los 50 por el Mar de Cortés, ahora
podrán hacerse de propiedades no solo en la costa sino en los valles, ciudades
y montañas de los dos estados bajacalifornianos. Todo esto sin consultar la
maltratada y casi inexistente soberanía estatal.
Metidas de pata aparte, la
comisión dictaminadora en San Lázaro arguyó que la reforma constitucional al
artículo 27 es una “estrategia” que “dará certeza a la inversión” foránea, pero
que en los hechos sólo acelerará el acaparamiento de tierras costeras por
extranjeros, para reventa y negocio con sus connacionales. Baja California Sur
es el mejor ejemplo de esto. Tan solo el valor inmobiliario del corredor
turístico de Los Cabos supera los mil millones de dólares anuales y está
controlado por 60 empresas gringas con base en California, Colorado, Arizona y
Nuevo México.
El mercado es tan lucrativo, que se calcula un ingreso anual de 100
millones de dólares para las empresas inmobiliarias, tan solo por la
intermediación en la venta de casas nuevas, departamentos y tiempos
compartidos, sin considerar la venta de casas usadas, terrenos, solares, ranchos
y otro tipo de propiedades. No está por demás decir que esas utilidades toman
el camino del norte, sin retorno.
Los sesudos impulsores de la propuesta prianista, que están por darle
otro pinchazo a la ya cacariza Constitución, argumentaron que “el objetivo de
la iniciativa es eliminar a los intermediarios, esto es, las casas inmobiliarias
o constructoras que figuran como los propietarios del terreno pero venden la
construcción a extranjeros, neutralizando así la restricción de no poseer
tierras, puesto que legalmente en la actualidad, el extranjero solo es
propietario de la construcción, cuando en la práctica lo es también de la
extensión del terreno”
Ni Cantinflas lo pudo haber
dicho mejor. Lo que no nos queda claro es como van a eliminar a los intermediarios,
Tratado de Libre Comercio y Ley de Inversión Extranjera de por medio, que les
permite crear empresas con fachada nacional pero con capital 100 por ciento
extranjero.
Los asesores de Manlio Fabio
Beltrones y del panista Raúl Paz Alonso, autores de la iniciativa, no
encontraron mejores argumentos para defender la medida que sacar a relucir la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y decir que se estaban violando los derechos humanos de los
extranjeros al prohibirles tener sus tierritas con playa y palmeras. Faltaba
más.
“Bajo esta tesitura,
expusieron, la reforma constitucional permitirá a los extranjeros adquirir el
dominio de tierras en las fronteras y costas en términos de los dispuesto por
el artículo 21, numerales 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos Pacto de San José de Costa Rica”
Pero tal disposición la
metieron como paja, relleno para abultar el dictamen y darle cierto aire de
modernidad a la propuesta del diputado Beltrones, pues nada tiene que ver con
la venta de bienes inmobiliarios a extranjeros:
Y por si no fuera bastante
engrudo, los diputados se conduelen de los adquirientes de playas, quienes “estaban
pagando altos costos” derivados de la constitución de fideicomisos, por el “pagos de cuotas diversas por trámites de
registro, avalúos, impuestos y permisos previos ante la autoridad gubernamental”.
Pobrecitos, había que eximirlos de estas terribles gabelas.
Pero luego se contradicen, y
echan las campanas al vuelo para decir que la reforma traerá grandes beneficios
económicos a los municipios, “ya que al tener la propiedad los extranjeros de
las tierras para uso habitacional, podrán recaudar (los ayuntamientos) las
contribuciones a que se refiere el artículo 115, frac IV constitucional”
Por último, los olvidadizos
diputados del Prian (y uno que otro chucho que votó a favor) dicen que la
restricción de venta a extranjeros de fronteras y playas “es sólo histórica”, y
que “la prohibición que la afecta ha dejado de tener vigencia y contenido
práctico”, pues los tratados internacionales, los organismos internacionales y
el propio Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas”, nos
dan la garantía de que la inversión extranjera “no representará un riesgo para
nuestro país”. Vaya memoria tan corta; por permitir colonos, se perdió la mitad
del país.