El impacto
socio-cultural y económico de los norteamericanos en Los Cabos
Tulio
Ortiz Uribe
“Ningún país puede darse el lujo de tener un sistema de inmigración
del que hace caso omiso o cuyos hechos simplemente ratifica sobre el terreno”, dice
un documento del Instituto de Políticas Migratorias, de los Estados Unidos (MPI
por sus siglas en inglés), y agrega que los resultados de esa omisión “son un desafío a las reglas más básicas de
gobernabilidad”.
Lo anterior bien puede aplicarse a las
políticas públicas de México sobre los inmigrantes y en particular los norteamericanos en Baja
California Sur, cuyos flujos han tenido un innegable impacto cultural, social,
ambiental y económico en el estado.
La prueba de que no hay políticas claras en
cuanto a la inmigración, es el hecho de que ni el propio gobierno federal sabe cuántos
residentes extranjeros hay en el estado. Un documento del INEGI, titulado Los extranjeros en México, advierte que el marco conceptual que fundamenta la generación
de estadísticas migratorias, especialmente la inmigración de extranjeros, no
permite establecer un punto de convergencia entre el concepto jurídico legal y
la entrada al país de población netamente extranjera.
Y agrega que “las
limitaciones de las fuentes de información plantean la necesidad de una
revisión exhaustiva de los procesos de generación de estadística migratoria,
institucionales y no institucionales que permitan, por un lado, la interpretación
actual del fenómeno con la mayor calidad posible, y por el otro, el desarrollo
de un plan estratégico que estructure, norme y sistematice a dichos procesos”
Según
datos del Instituto Nacional de Migración, entre el 2003 y el 20011, ingresaron
al estado 28 mil 353 extranjeros residentes de los cuales el 95% eran
estadounidenses. Pero las cifras oficiales no coinciden. Estadísticas del
Consejo Nacional de Población informan que en el 2010 había en el estado “7 mil
676 residentes norteamericanos”.
El investigador de la
UNAM, Álvaro López, en un estudio titulado Análisis de los flujos turísticos en el
corredor Los Cabos, concuerda
con lo anterior al señalar que debido a las limitaciones de información de
las autoridades federales, “se desconoce cuántos extranjeros residen en Baja
California Sur y qué propiedades tienen, pese a que en los hechos ocupan casi
toda la costa del corredor turístico de Los Cabos”.
Esta población y la
entrada de capitales extranjeros en Los Cabos, dice, “ha generado, un impacto
en diferentes ámbitos socioeconómicos: la absorción, en forma legal o corrupta,
de extensas áreas litorales en detrimento de tierras antes ejidales; la
formación de una nueva sociedad extranjera que funciona a modo de una subcultura
con una creciente injerencia económica, política, administrativa y cultural en
toda la zona; la generación de redes comerciales que controlan múltiples
negocios, en donde se marcan nuevas pautas de consumo, a la vez que elevan
mucho el costo de las mercancías para la población local; la circulación de
variadas publicaciones que definen nuevos patrones culturales; la intervención
en decisiones propias del municipio, sobre todo en materia de servicios y medio
ambiente; la creación de redes de narcotráfico y prostitución que, entre otras
cosas, han puesto en riesgo la salud pública”
De acuerdo con la maestra María Luisa
Cabral, investigadora de la UABCS, esa población
“se encuentra concentrada en las localidades de Buena Vista, Los Barriles,
Todos Santos, San José del Cabo y Cabo San Lucas, encontrándose en estas dos
últimas localidades el 80 % de los extranjeros que realizan actividades
lucrativas, principalmente como vendedores de tiempos compartidos, de bienes
raíces y en cargos de confianza, así como laborando en empresas que en su
mayoría poseen capital extranjero en un 75%. El resto de los residentes en el
municipio son rentistas, jubilados o pensionados.
Playas para el disfrute de extranjeros
En un bien documentado
estudio de la maestra María Luisa Cabral, titulado La enajenación de las playas en Baja California Sur y la integración
económica de Norteamérica advierte que la regulación en la venta de
propiedades de playa a extranjeros se ha ido desmantelando “por la presión del
modelo económico occidental imperante y por el proceso de profundización de la
integración económica de Norteamérica”.
Y agrega que “En Baja
California Sur esta falta de protección se resiente de manera muy especial por
varias razones. Primero, por ser el estado con mayor extensión en litorales y
por su escasa población; por estar en la zona norte, en donde la presión de la
economía norteamericana es mayor; por estar en el noroeste, bajo la poderosa
influencia de la economía de la California estadounidense; por su posición en
la zona de Pacífico, que se ha convertido en la nueva región económica del
comercio mundial y finalmente por la gran riqueza biológica sobre todo marina
que posee y por las características y condiciones que prevalen para la
explotación y preservación de estos recursos que, a partir del desarrollo de
las nuevas tecnologías, se han vuelto de tanta importancia estratégica como el
petróleo”
Esta situación, dice, ha
propiciado muestras de inconformidad por
parte de la población civil en todo el estado En todo el estado desde Mulegé
hasta Los Cabos, se han dado muestras de inconformidad de la sociedad en relación
con esta situación, ya que el problema
viene creciendo en forma desmedida e incontrolable. “No solamente un sector de
la sociedad civil se ha manifestado, también se han dado manifestaciones de
inconformidad por parte de empresarios mexicanos que han señalado que se
privilegia a los extranjeros quienes tienen todas las facilidades…”
Y aclara: “Cuando los
mexicanos nos quejamos del acaparamiento de las playas por los extranjeros no
se trata de una reacción de xenofobia, de intolerancia, de negación del progreso
o de rechazo a la globalización. No es cuestión de diferencias de nacionalidad.
Las diferencias económicas, más que las políticas o culturales, sin una
regulación adecuada dan lugar a abusos e injusticias que son las que, a su vez,
dan lugar a la inconformidad en la sociedad local que se va acumulando y
provocando conflictos sociales”
Para los nacionales, propinas y bajos salarios
La permisividad de las
leyes y reglamentos, así como el poco personal y corrupción de funcionarios
migratorios, han permitido que infinidad de norteamericanos se dediquen sin
permiso a las más variadas actividades económicas, casi todas relacionadas con
el turismo. En general los altos y medios empleos son ocupados por extranjeros.
Los nacionales soportan la mayor carga del trabajo y muchas veces se les
regatean prestaciones como Seguro Social, vacaciones y aguinaldo, ya que se les
emplea sin contrato o bien lo hacen bajo la figura del outsourcing.
El
Observatorio Laboral, un órgano de la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social, indica que el salario promedio en el sector turismo es de 3 mil 787
pesos. Esto contrasta con las grandes ganancias que obtienen las empresas
turísticas, extranjeras en su mayoría, que generan ventas por 2 mil millones de
dólares anuales en Los Cabos, el 20 por ciento del ingreso total a México por
ese concepto. Sin embargo, el 80 por ciento de esas ganancias regresan a sus
lugares de origen mediante la fuga de capitales, aportando beneficios
marginales a la economía local.
Para Jorge Rionda Ramírez, investigador de
la Universidad de Guanajuato, la consolidación de la actividad turística
trasnacional y su alto nivel de ingresos, crea privilegios, marginación y
monopolios, al tiempo que explotan los recursos para su beneficio, al crear “mecanismos de fuga de capitales
principalmente vía remesas, que dentro de una red empresarial holding causan
que en cada eslabonamiento las remesas se sumen como un efecto multiplicador,
de tal modo que la derrama económica local solo corresponde a los sueldos y salarios,
las ventas de algunos bienes y servicios modestos al turista, y propinas”
Esta precariedad laboral tiene obvias
repercusiones en la calidad de vida de los sudcalifornianos. Basta con observar
las zonas marginales de Los Cabos donde vive la mayoría de los trabajadores de
los establecimientos turísticos para darse cuenta de las condiciones en que
habitan: falta de agua potable, electricidad, drenaje y otros servicios
públicos municipales como recolección de basura, pavimentos, banquetas y
vigilancia.
Rionda Ramírez agrega que la inversión
pública se enajena a los intereses de los inversionistas transnacionales y se
orienta en crear infraestructura que apoye el funcionamiento de las industrias
que promueve, de tal manera que el dinero que viene del pueblo vía impuestos y
que debe ser aplicada para el pueblo y ver por el pueblo, abandona su
compromiso original y acaba sirviendo a los intereses extranjeros en un nivel
local.
“Por decir, en México la captación de
Inversión Extranjera Directa (IED) en materia de turismo genera desarrollos
turísticos localizados en regiones que muchas veces presentan fuertes carencias
de infraestructura como de atención a los habitantes residentes del lugar. No
obstante su emergencia, los pocos capitales existentes como la propia inversión
pública nacional dejan de aplicarse a la mejora de la calidad de vida de los
lugareños para asistir y alojar la inversión foránea. El efecto es precisamente
la polarización del desarrollo económico donde vemos el convivio de áreas altamente
desarrolladas creadas a favor de los intereses extranjeros en el país, con
áreas contrastantes de abierta pobreza y alta marginación. México es una nación
donde existen un sinnúmero de casos que sustentan esta afirmación”, dice.
Y alerta: “La cuestión es que la inclusión
de inversiones foráneas implica la gradual pérdida de la autonomía y la
independencia nacional… y con ello, los nacionales pasan a ser ciudadanos de
tercera ante los privilegios que se les otorgan a los extranjeros”. Incluso,
dice, se privilegia a los inversionistas extranjeros, a quienes “se les regalan
terrenos extensos, muchas veces playas o islas, y les dan ventajas
administrativas y fiscales que a los nacionales no se les brindan”.
Alvaro
López va más allá al decir que con el ingreso de grandes empresas turísticas
extranjeras en Los Cabos, se evidencia una fuerte participación en amplios
ámbitos políticos, sociales, económicos y culturales, (y en donde) “la
soberanía nacional se muestra como uno de los mayores problemas observados. El
arraigo que la sociedad estadounidense adquiere en la zona hace evocar que,
cuando el gobierno de Estados Unidos de América ha visto amenazados sus intereses
económicos so pretexto de la seguridad de sus ciudadanos, puede intervenir, incluso,
militarmente”.
Baja
Mil, sólo daños ambientales
Un ejemplo de severos daños ambientales
producidos por empresas y organizaciones norteamericanas en el estado, y en
este caso en toda la península, lo constituye la carrera de autos y
motocicletas “Baja Mil” que se realiza cada año en el mes de noviembre.
Dicho evento que se realiza desde 1967,
actualmente es organizado desde Estados Unidos por la empresa Short Course Off-Road Enterprises (SCORE) y usan la
península, de Ensenada a La Paz, como su patio trasero.
Un estudio de impacto ambiental financiado
por el gobierno de Baja California, dice que los vehículos provocan
contaminación atmosférica, erosión de caminos y daños a la flora y fauna
durante su trayecto. Es el caso de los impactos que se ejercerán sobre el matorral costero, que estarán
sujetos a atropellamiento, principalmente juveniles que hayan crecido sobre los
caminos menos transitados. Para la zona que comprende esta unidad ambiental,
están reportadas cuatro especies florísticas que se encuentran contempladas en
la NOM-059-ECOL-
Por otra parte, se tiene
que la fauna que se verá afectada primordialmente son aves, mamíferos menores y
reptiles, por atropellamiento. Principalmente, el grupo más susceptible será el
de aves con hábitos nocturnos. En cuanto
a los reptiles, se puede considerar que este grupo será el más afectado, más
que por el ruido, estarán sujetos a ser atropellados, ya que por su forma de
desplazamiento y su carencia de órganos auditivos, aún y cuando perciben
vibraciones, se encuentran en desventaja para poder evitar el ser atropellados
por los vehículos al cruzar los caminos de la ruta, ya que es común encontrarse
serpientes atravesando en este tipo de caminos.
Es necesario considerar, dice el estudio de 164 páginas, que además de los grupos más susceptibles a los impactos, que se han mencionado con anterioridad como lo son aves y mamíferos menores, en esta unidad ambiental se distribuyen comunidades de borrego cimarrón (Ovis canadensis cremnobates) el cual se encuentra considerado en la NOM-059-ECOL-1994 bajo Protección especial.
Los contrastes
Un grupo de panelistas invitados por la
revista National Geographic Traveler en su edición de diciembre de 2009, dice
que Cabo San Lucas, de ser una pacífica villa de pescadores, se ha transformado
en un lugar en donde los tragos de tequila es la atracción numero uno de los
turistas. Agrega que el destino “parece una extensión de Estados Unidos y no
precisamente de sus mejores y admirables partes. Si bien no llega a los niveles
de Cancún, en Cabo San Lucas se vive la terrible gringo manía y deja muy poco
que ver del auténtico México”.
El panelista que describe a Cabo San Lucas
dice que es una “catástrofe de turismo totalmente enfocado al dinero. Falta de
atención ambiental. Falta de beneficios locales a excepción hecha de la venta
de cosas menores. La totalidad de la costa vendida a desarrolladores que
destruyen nidos de tortuga y lugares que debieran permanecer intactos. Presenta
muy poca cultura local y sufre bajo la explotación de mega desarrollos sin
reglas y de todo lo que tiene que ver con los impactos sociales, culturales y
geográficos”