martes, 31 de marzo de 2020


¿Y quién va a pagar el «coronacrac»?

Marc Vandepitte 
En términos de salud el coronavirus es sin duda uno de los mayores desafíos de la historia reciente. Pero también puede poner patas arriba nuestro sistema económico. Ya está claro que en el futuro consideraremos el 2020 un año de cambio, el comienzo de una nueva era.

Gravedad
El Covid-19 es un raro virus agresivo cuyo alcance es comparable al de la gripe española de 1918, que provocó la muerte de al menos 20 millones de personas.
Aún no sabemos cuánto tiempo durará esta pandemia. ¿Unas pocas semanas, meses o más? ¿Reaparecerá después del verano? El CIDRAP, el prestigioso centro de investigación de enfermedades contagiosas, afirma que tendremos que mantener las medidas de «distancia segura» (distancia social) durante 18 meses o hasta que se disponga de una vacuna. Los principales expertos de Gran Bretaña y de la Organización Mundial de la Salud lo confirman. Es probable que el desarrollo de una vacuna de este tipo lleve entre un año, y un año y medio.

El shock del corona en un cuerpo debilitado
La contención de la pandemia perturbará profundamente la vida económica. Sectores enteros de la economía se están paralizando. Todos los ámbitos en los que hay contacto humano, industrias como la automotriz, gran parte del sector de los servicios, etcétera. Además, el motor económico desacelera aún más debido a la disminución del poder adquisitivo como resultado del fuerte aumento del desempleo.
En la mayoría de los casos un cuerpo sano o fuerte es capaz de sobrevivir al coronavirus. El Covid-19 se vuelve especialmente peligroso y mortal cuando el cuerpo está debilitado o enfermo. Lo mismo vale para nuestra economía. En principio una economía sana puede hacer frente al shock del coronavirus. Pero ese es precisamente el problema.
El crecimiento de la productividad (cuánta riqueza produce un trabajador por hora) es una buena forma de medir la salud de la economía. Pues bien, en los últimos veinte años casi se ha paralizado. Las empresas invierten cada vez menos en la ampliación y renovación de su capacidad de producción. En cambio, utilizan sus ganancias para comprar sus propias acciones y pagar más dividendos que antes. Las tasas de beneficios (porcentaje de la ganancia sobre el capital invertido) también son un buen indicador. Aquí también hemos visto un declive constante desde la década de 1970.
Otro indicador es la deuda. En 2018 la CNUCED ya advirtió de la vulnerabilidad de nuestra economía debido a la elevada deuda mundial. A nivel mundial la montaña de la deuda total se ha elevado a una cantidad récord de 253.000 mil millones de dólares. Eso es el 322 % del PIB mundial.
La causa de la crisis de 2008 fueron las hipotecas basura de los particulares. Ahora son los préstamos de alto riesgo a empresas privadas, es decir, los préstamos basura. Esta vez se trata de cantidades mucho mayores. Sólo para Asia está en peligro el pago de no menos de 32.000 mil millones de dólares en deuda. Esa cantidad equivale a una vez y media el PIB total de Europa.
El Covid-19 dará un duro golpe a nuestra economía. Pero él no tiene la culpa de todo. Tarde o temprano era inminente un serio golpe. El coronavirus es un shock excesivo para la ya debilitada economía.

El mejor escenario posible
Los mercados de valores (-32 %) y los precios del petróleo (-56 %) pueden ser un anticipo de lo que nos espera. En China, el primer país afectado, pero que también tomó medidas draconianas muy rápidamente, se estima – por el momento – una pérdida de crecimiento anual del 5 %. Para EE.UU. se espera una contracción anual del 7,5 % si la crisis dura tres meses. En Europa ya se tiene en cuenta una caída del 10 %. La tasa de desempleo de la Eurozona podría aumentar del 7,4 % al 12 % a fines de junio.
Todo depende de cuánto tiempo dure esta crisis de la salud. Si son dos o tres meses, se tratará de una suspensión temporal de la producción. Será doloroso, pero si se aplican suficientes medidas de apoyo se puede superar ese período. En el mejor de los casos – si no hay complicaciones financieras – la producción se puede reiniciar como antes y después se pueden recuperar los costos de la manera habitual, es decir, cobrárselos a la población. En ese caso estamos en un escenario similar al del período posterior a 2008.
Recordemos que la crisis de 2008 tuvo efectos devastadores. Más de veinte millones de personas perdieron sus empleos y 64 millones de personas en todo el mundo se vieron empujadas a la pobreza extrema. La crisis afectó a los presupuestos gubernamentales y costó a los países de la Eurozona el 20 % de su PIB.

Otros escenarios posibles
Otra posibilidad muy real es que la crisis sanitaria dure más tiempo en varias economías grandes. El Financial Times supone que el impacto será probablemente severo y prolongado, y que los trastornos en la economía continuarán hasta bien entrado el año 2021.
En ese caso muchas empresas no sobrevivirán a la crisis y se irán a la quiebra. Según Ben Bernanke y Janet Yellen, anterior y actual presidente del Banco Central de Estados Unidos (FED), ese escenario hará tambalear totalmente el sistema económico y exigirá una recuperación extremadamente lenta. En ese escenario no sólo tendríamos una suspensión temporal de la producción, sino una reorganización del conjunto del sistema. Esta reorganización se suma a los cambios causados por el Brexit y la guerra comercial entre los EE.UU. y China.
Pero hay más. La agencia de noticias Reuters señala la precaria situación de los mercados financieros y sostiene que en ese escenario la crisis amenaza con arrastrar a todo el sector financiero. Si eso sucediera, las consecuencias serían catastróficas. En 1980 el valor total de los mercados financieros igualaba al de la economía real, hoy es cuatro veces mayor. Además, apenas hay barreras entre los distintos sectores del mundo financiero. Si un componente se ve afectado, la crisis se extiende como un virus por todo el conjunto. Un tsunami financiero de este tipo puede causar el colapso de grandes partes del sistema.

Más allá del dopaje financiero
Para absorber un choque directo se necesitan medidas monetarias como préstamos puente, garantías de préstamos, aplazamientos de pagos o pagos escalonados, etc. Pero, al mismo tiempo, con el fin de mantener los mercados bajo control, también se están inyectando cantidades masivas de dinero en los mercados financieros hoy en día (el llamado «calmante cuantitativo» o Quantitative Easing, QE, en inglés). Esto por sí solo muestra lo inestable y absurdo que se ha vuelto nuestro sistema económico.
De hecho se puede considerar el QE como un tipo de dopaje que estimula temporalmente al paciente, pero que a largo plazo solo lo pone más enfermo. El QE, junto con las tasas de interés ultra bajas, ha creado una gigantesca burbuja financiera y muchas compañías y bancos zombies (1) hoy en día. Nuestro sistema financiero está completamente enfermo. Según el FMI, entre 1970 y 2011 se produjeron no menos de 147 crisis bancarias nacionales individuales. Es hora de que el sistema bancario caiga en manos públicas y de desmantelar el capitalismo de casino. De esta manera podremos ahorrarnos los cracs financieros perversos e invertir nuestros ahorros de manera social y sostenible.

Nunca desperdicies una buena crisis
Las medidas monetarias son necesarias pero no son en absoluto suficientes. A largo plazo pueden incluso empeorar la dolencia. Para mantener el poder adquisitivo y evitar que las empresas quiebren ahora se necesitan más que nada medidas fiscales urgentes: un apoyo directo a las familias o a las empresas. Esto puede consistir en proporcionar dinero en efectivo a las familias, cancelar las facturas de energía, completar las prestaciones de desempleo, ofrecer fondos puente a las empresas, eliminar temporalmente pagos fiscales, etc. En Hong Kong la mayoría de los habitantes reciben 1.280 dólares. En Singapur todos los adultos reciben una suma de dinero. Bernie Sanders quiere pagar 2.000 dólares mensuales a todas las familias hasta el final de la crisis. Laurence Boone, economista jefe de la OCDE, no descartó la nacionalización de sectores enteros de la economía.
Cuando se pueda reducir las medidas de emergencia también se podrán adoptar medidas fiscales en forma de grandes proyectos y misiones gubernamentales que pueden compensar el crecimiento económico perdido y absorber el aumento del desempleo. No faltan los candidatos potenciales para esos proyectos. Esta crisis ha revelado, por ejemplo, que el sector de la salud de muchos países necesita una inversión seria. Todavía hay muchos sectores más. Y, por supuesto, no nos olvidemos del clima. La coronacrisis es el momento perfecto para lanzar un Nuevo Pacto Verde. Nos referimos a un verdadero NPV lo suficientemente ambicioso para salvar el planeta y no al falso NPV de la Unión Europea, cuyo objetivo es sobre todo asegurar los beneficios de las grandes empresas. Si la crisis persiste, se impondrá inevitablemente una remodelación profunda de toda la economía.
Por el momento, la mayoría de los gobiernos sigue siendo muy prudentes con los estímulos fiscales. Por ahora la mayoría de los países de Europa solo quiere gastar el 1 % de su PIB, mientras que en Alemania es aproximadamente el 4 % y en EE.UU. el 5 %. El lema de Martin Wolf, economista en jefe del Financial Times, es claro: «En tiempos de guerra los gobiernos gastan libremente. También ahora tienen que utilizar sus recursos para prevenir un desastre. Piensen a lo grande. Actúen ahora. Juntos».

¿Quién pagará la factura?
¿A quién le tocará pagar esta muy onerosa factura? Es inaceptable que esta crisis la paguen otra vez los cuidadnos ordinarios. Hay tres formas de financiar las medidas fiscales: asumiendo deudas, simplemente imprimiendo más dinero o activando capital inactivo.
Asumir nuevas deudas, como ocurrió en 2008, equivaldrá a una nueva ronda de recortes de presupuesto. Debemos oponernos enérgicamente. Rana Foroohar, del Financial Times, incluso considera que es imprudente: “Si queremos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan al Covid-19 no podemos permitirnos repetir lo que hicimos hace diez años: ‘socializar las pérdidas y privatizar las ganancias’.”
Imprimir dinero para estimular la economía real es una abominación para los neoliberales e incluso está prohibido en Europa. La coronacrisis es una excelente oportunidad para romper con ese dogma. Según Paul De Grauwe de la Escuela de Economía de Londres, esta medida es incluso necesaria para salvaguardar la Eurozona.
La tercera forma también es obvia. Debido a cuarenta años de políticas neoliberales los individuos ricos y las grandes empresas de hoy no saben qué hacer con su «excedente de capital». Miles y miles de miles de millones de dólares se encuentran en paraísos fiscales. Ya es hora de un verdadero coronaimpuesto a los superricos. En este caso podemos aprender algo del emperador Marco Aurelio. Cuando se enfrentó a una pandemia en el año 165 después de Cristo confiscó el capital de la aristocracia. La gente del pueblo común recibió dinero para pagar los funerales.
En tiempos de crisis debemos atrevernos a pensar y a actuar con valentía. Milton Friedman, uno de los sumos sacerdotes del neoliberalismo, ya lo sabía: “Cuando se produce esa crisis las acciones que se emprenden dependen de las ideas que circulan”. Depende de nosotros proponer buenas ideas.
Nota:
(1) Las compañías zombie son compañías que no disponen de reservas financieras. Al menor percance quiebran.
Traducido por Sven Magnus.

sábado, 28 de marzo de 2020

Brote de coronavirus: China exige la verdad.


Por Thomas Hon Wing Polin
•Ahora es prácticamente seguro que COVID-19 fue traído a Wuhan por las tropas estadounidenses que participaron en los Juegos Militares Mundiales de la ciudad el pasado 18 y 27 de octubre.
•El contingente estadounidense de 300 personas se hospedó en el Hotel Wuhan Oriental, a 300 metros del mercado de mariscos de Huanan, donde comenzó el brote.
•Cinco elementos de la tropa estadounidense desarrollaron fiebre el 25 de octubre y fueron trasladados a un hospital de enfermedades infecciosas para recibir tratamiento.
•42 empleados del Hotel Oriental fueron diagnosticados con COVID-19, convirtiéndose en el primer grupo en Wuhan. En ese momento, sólo 7 personas del mercado habían sido diagnosticadas (y tratadas antes que el personal del hotel). Los 7 tuvieron contacto con los 42 del hotel. De esta fuente, el virus se propagó al resto de China.
•El equipo de los Juegos Militares Mundiales entrenó en un lugar cerca de Fort Detrick(1),
el laboratorio viral de los militares que fue cerrado en julio por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), luego que descubriera que en las instalaciones no se cumplía con los estándares de bioseguridad. 
•La gran pregunta ahora es si la transmisión fue planeada o accidental.
•Las autoridades chinas esperan una explicación de las autoridades estadounidenses.
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(1)Fort Detrick es una instalación del Comando Médico del Ejército de los Estados Unidos localizada en Frederick, Maryland. Históricamente, Fort Detrick ha sido el centro del programa de armas biológicas de los Estados Unidos entre 1943 hasta el presente.

sábado, 14 de marzo de 2020


Psicosis de la estupidez

Jaime Richart
No digo que a una enfermedad estacional contagiosa aunque en sí misma benigna salvo complicaciones que afecta principalmente a los mayores, no le presten atención los medios   y no le hagan un hueco en la noticia. Lo que digo es que el modo de tratar mediáticamente el asunto es un desvarío que roza la psicosis que, dada la potencia psicológica del instrumento, puede inducir a la histeria colectiva y en todo caso colapsa las salas de espera de los centros de salud, en detrimento de la atención que requieren otras afecciones incluso más graves.
 Como es lógico, los medios saben muy bien lo que hacen y los efectos que producen. Por eso no me puedo creer que este matar un virus informativamente a cañonazos tratando la noticia sobre esta gripe como si estuviésemos ante la peste bubónica, no esté calculado con la precisión del agrimensor. Llevamos casi un mes asistiendo al espectáculo enfermizo en todas las cadenas privadas españolas del bombardeo informativo acerca de una enfermedad en el fondo irrelevante al lado de todas las demás.
 No es posible que una simple gripe ponga patas arriba a un país pues, salvo China, que alberga a casi una quinta parte de la población del mundo, no me imagino a ninguno otro tratando la información de esta manera sin uno o varios motivos coordinados ocultos. Llevamos casi un mes sometidos a una obsesión informativa acerca de una gripe que, como toda la vida y más bien por sus  complicaciones, a duras penas mata sólo a ancianos y cuyo número total de casos confirmados hasta ahora según la BBC News es en todo el mundo 111.839 y el número total de muertes por este virus 3971. Teniendo en cuenta que la pasada temporada, por complicaciones derivadas de esa enfermedad se produjeron 800.000 casos y 15.000 muertos, según htttps://www.redaccionmedica.com, y nada se dijo fuera del ámbito sanitario y de la noticia suelta, no me cabe duda de que algo turbio tiene que haber detrás del asunto.
 En realidad esta neuropatía, está paranoia, no es infrecuente en las cadenas privadas generalistas. Cogen un asunto y no lo dejan hasta que lo pulverizan. Pero éste sobrepasa todo lo imaginable. Es mediáticamente nauseabundo. En primer lugar por lo dicho, la de este año no consta que se diferencie por su virulencia significativamente de otras gripes. Y en segundo lugar, porque está cundiendo el pánico y colapsando las salas de espera de los centros de salud, a costa de otras afecciones.
 Una de dos, o esta delirante campaña es otra estratagema de laboratorio para velar otros asuntos siniestros de alcance mundial o doméstico de España, o los medios de comunicación han agotado su imaginación como se ha secado la creación cinematográfica y de ahí la reiteración de la truculencia, de los zombis y del futurismo barato so pretexto de modernidad. Si los medios (sus dueños) no están implicados en la puesta en marcha de esta locura, lo que deben hacer es afanarse en la tarea de averiguar a qué responde esta exasperante y a la vez estúpida campaña mediática. ¿Será cosa este fenómeno del ámbito financiero, por ejemplo? ¿O será propio de la necedad de la que habla Erasmo de Rotterdam en su Tratado de la Estulticia, pero en este caso masiva? En todo caso, dentro de quince días, estemos seguros de que no volverá a hablarse del asunto. Lo que pasó con la gripe Ébola o la gripe Aviar que también parecieron precursoras del fin de la especie humana pero sin tanta aparatosidad ni bombardeo informativo como los de la actual psicosis…
 *Jaime Richart,  Antropólogo y jurista

domingo, 1 de marzo de 2020


Neoliberalismo: la causa de la decadencia social

 Miguel Alejandro Rivera

Podríamos partir de la Teoría General de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy para entender el porqué, en efecto, el neoliberalismo es un factor determinante para una clara bancarrota moral en la que se encuentra, no sólo la sociedad mexicana, sino la de gran parte del mundo, sobre todo en los países que no superan la trampa del subdesarrollo.
La Teoría implica que un sistema se encuentra compuesto de subsistemas que repiten los vicios o virtudes del propio sistema que integra; es decir, podemos pensar en el Sistema Mundo, el cuál se rige por el modelo de producción capitalista y que está integrado por subsistemas (Estados), qué replican el capitalismo en su estructura; por tanto, las sociedades y sus individuos, también lo harán.
El capitalismo se guía por el egoísmo de generar más riqueza, más dividendos, más posesiones, más reservas sin importar a qué costo se logren estos objetivos. Varios de la Universidad de Salamanca o de la Universidad Autónoma Metropolitana, retoman el concepto de «Necropoder», a esta estrategia de generar ganancias incluso sobre los derechos sociales de los campesinos u obreros que aportan la mano de obra al dueño de los medios de producción.
Sin embargo, y pese a los paupérrimos salarios, el obrero querrá replicar el sistema hasta donde sus circunstancias le permitan. Entonces para tener «riquezas», para tener objetos de moda, para tener auto, para tener lo que sea, trabajará hasta el hartazgo, en el mejor de los casos, y si no, generará deudas crediticias o peor, se unirá a la delincuencia.
Incluso, menciona Erich Fromm, en su libro, “Tener o Ser”, cómo hasta nuestro lenguaje se ve determinado por la presión del capitalismo; el psicólogo alemán explica que decimos “tengo hambre”, “tengo sueño”, “tengo ganas de salir” cuando esas cosas no se tienen, sino que se sienten, pero estamos tan obnubilados por “tener” algo que lo reflejamos en las expresiones… ¿Cuántos necios no sólo quieren “tener” la razón en lugar de usarla?
Imaginemos entonces todas las frustraciones de una persona en el subdesarrollo que trabaja y no le alcanza, y se endeuda, y trabaja más para pagar la deuda y las opciones se le acaban porque quiere “tenerlo” todo pero no lo logra. Vivimos en una sociedad de frustraciones donde la válvula de escape resultan de pronto la violencia, el abuso, el maltrato. ¿Qué otra manera de “tener” poder sino con la fuerza sobre el débil?, porque el sueño es sentirse superior así como lo es el capitalista. Bien lo dice el sociólogo Zygmunt Bauman, en su obra: “Vidas desperdiciadas, la modernidad y sus parias”: «la incertidumbre y la angustia, son los principales productos de la globalización».
Autores como el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, o el propio Bauman, se han dedicado a estudiar el difícil precio de la desigualdad que ha generado el sistema neoliberal, que implica un capitalismo salvaje donde la distribución de la riqueza cada día es más inequitativa.
Para Bauman, por ejemplo, el actual sistema económico y social genera un montón de desocupados que se sienten fuera de la sociedad y experimentan una terrible depresión al no encontrar identidad funcional en el entorno al que pertenecen.
En tanto, Luis Enrique Segoviano Contreras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que los cambios en los sistemas productivos y de consumo, en efecto, han sido factor clave para crear los estándares normativos que conforman la moral aceptada en la sociedad.
Asimismo, la doctora María Pastora Novoa Portela, también investigadora de la UAM, señala que el modelo neoliberal «fetichiza» a las mercancías de consumo como la máxima aspiración de las sociedades actuales, lo que implica sobrevalorar lo material y minimizar a los seres humano que nos rodean y las relaciones con ellos. Es decir, la moral neoliberal y capitalista gira en torno de la riqueza a cualquier costo, de la satisfacción de las pasiones de forma inmediata y de la degradación de «El Otro».
Cómo no esperar que en México se viole y asesinar a las mujeres si el sistema nos ha enseñado que lo más importante es la satisfacción inmediata. No una de las campañas de la tienda departamental Sears es: “Lo quiero, lo compro, lo tengo”; aunque parezca irreal, esas son las reglas que impone el neoliberalismo.
Para síntesis de este panorama, podemos citar al sociólogo William Robinsón, en su obra: «Una teoría sobre el capitalismo global», donde menciona: «Los ajustes neoliberales resultan en una caída del consumo popular y las condiciones sociales, un aumento de la pobreza, la miseria, y la inseguridad, protestas contra el hambre, desigualdad creciente, polarización social y el resultante conflicto político». ¿Parece la receta del México moderno, no?
En fin, claro que el neoliberalismo se réplica como sistema en las sociedades y en los individuos, dejando terribles consecuencias en las dinámicas del devenir humano, por lo que este texto sólo podría terminar con la cabal frase de la cantante Alika: «Y el pobre no duerme de tanto desear lo que el rico cuida tanto que no encuentra la paz».

*Las referencias a las investigaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana se obtuvieron del libro: “Ética y Capitalismo: una mirada crítica en el Siglo XXI”, editado por la propia UAM.
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La Tijereta ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.