martes, 16 de abril de 2019

El presidente López Obrador, el profeta de la paz y del amor

Carlos de Urabá

“Solo siendo buenos, podemos ser felices”

Suena el toque de diana a las cinco de la madrugada y el mejor soldado de la patria se pone en pie listo para iniciar la batalla diaria. Pero este no es un soldado cualquiera, es nada menos y nada más que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas Mexicanas que ha decidido colocarse en primera línea de fuego. Porque para sacar adelante este país de casi 130.000.000 millones de habitantes -el más grande de lengua hispana- sumido en una profunda crisis institucional es necesario realizar un esfuerzo sobrehumano.
Tras haber cumplido cien días de gobierno su gestión alcanza una favorabilidad del 74% -según las estimaciones de las encuestadoras. Un auténtico hito jamás conocido en la historia más reciente de México. Su política se basa en la transparencia y la honradez porque no puede decepcionar a un pueblo que le ha otorgado 30 millones de votos en las últimas elecciones. Confiesa que odia el poder, que no va a utilizar su cargo para enriquecerse. Su primera medida fue bajarse el sueldo a 108.000 pesos (una reducción del 60%) Gracias a esta loable actitud desenmascaró a muchos funcionarios que ganaban hasta ¡600.000 pesos mensuales! y que ahora se verán obligados por ley a no superar a los del presidente.
AMLO sabe que tiene que hacer frente a unos desafíos solo comparables con los míticos doce trabajos de Hércules. Se trata de enmendar décadas de políticas neoliberales impuestas por las élites oligárquicas que han rematado al país al mejor postor.
A López Obrador le robaron dos veces las elecciones presidenciales las mafias del poder reaccionario encabezadas por el PRI y del PAN y a pesar de todo en el año 2018 alcanzó la más alta magistratura. Encabezando las listas de MORENA, un acrónimo que se relaciona con la virgen morenita de Guadalupe, sinónimo de fe y la esperanza. AMLO viene a limpiar el país de podredumbre, corrupción, latrocinio, clientelismo y desfalcos. ¿Cómo ha podido caer tan bajo una de las potencia más pujantes de Latinoamérica? Este es un enigma difícil de resolver porque nuestra capacidad de análisis tiene sus límites.
Pero, ¿Es posible demoler unas estructuras del poder acostumbradas a esquilmar los recursos del estado? Las multinacionales ejercen un monopolio desleal, el sector financiero se rige por la usura, la producción de hidrocarburos es incapaz de abastecer la demanda interna, la generación de energía eléctrica es deficitaria, el abandono del campo lo conduce a la ruina. El capitalismo zopilote no ha dejado ni los huesos. Parece que estuviéramos avocados a rezar para que se produzca un milagro.
AMLO se empeña a combatir el sistema neoliberal que promovió y patrocinó el robo, la corrupción, huachicoleo, las privatizaciones o el enriquecimiento ilícito. Y todo bajo una apariencia de legalidad que les confería ese teatro de la simulación urdido por unos políticos traidores dispuestos a perpetuarse en el poder. Desde luego que se necesita urgentemente un cambio ético y moral porque según sus propias palabras: “solo siendo buenos, podemos ser felices”.
Pocos presidentes se han dignado poner los pies en la tierra y reconocer tan desgarradora realidad. Su discurso es pausado, sereno, como si se tratara de un sabio benefactor que da consejo a sus hijos desvalidos. AMLO transmite afecto y ternura; para nada se agita, ni pierde la serenidad ¿podríamos considerarlo un populista? Lo cierto es que no actúa con demagogia porque se ciñe a los parámetros de un intelectual de izquierdas con más de 40 años de servicio activo. Al menos es un hombre decente después de soportar sexenios de hampones y malandrines.
AMLO se dirige a los periodistas conminándolos a convertirse en jueces que fiscalicen su gobierno ¿Qué otro presidente se presta a este fusilamiento público que se transmite diariamente en vivo y en directo por radio y televisión? ¿No le sería más cómodo parapetarse en el Palacio Nacional y delegar estas funciones en un portavoz?
Entonces, como si se tratara de un profesor de escuela señala a aquellos corresponsales de medios de comunicación que a mano alzada piden el turno para cuestionarlo. Los periodistas acreditados lanzan un indiscriminado bombardeo de preguntas sobre diferentes temas de actualidad: el orden público, la corrupción, el caso Odebrecht, los feminicidios, las tensas relaciones con EE.UU, las amenazas Donald Trump de cerrar la frontera si México no detiene a las migrantes centroamericanos, la movilización del ejército americano a la frontera sur, la construcción del muro. Incontables amenazas y agresiones que es imposible pasar por alto. AMLO repite que “le brindará asilo y protección a los migrantes porque son nuestros hermanos”. El presidente se define a sí mismo como un defensor a ultranza de los derechos humanos y por eso jamás dará la orden para reprimir a su pueblo. “primero el diálogo, el entendimiento y la comprensión” Pero Donald Trump en su último tuit felicita al gobierno mexicano porque por fin comienza a expulsar a miles de migrantes ilegales.
México en gran medida es un país dependiente de la economía norteamericana. ¿Una colonia, quizás? EE.UU le proporciona el 75% de la gasolina que consume e igualmente un buen porcentaje del gas natural. La renegociación del TLC lo dejado en inferioridad de condiciones y en un corto espacio de tiempo se verá las consecuencias. Donald Trump chantajea al gobierno mexicano para que cumpla sus órdenes o aplicará mano dura no solo con los migrantes sino también con sus propios connacionales que residen legal o ilegalmente en EE.UU. Todos sabemos que las remesas que envían los trabajadores mexicanos a sus familias son las que mantienen la paz social (en el 2018 trasfirieron 33.480 millones de dólares) Trump quiere cargarlas con más impuestos para así financiar el muro. AMLO prefiere mantenerse al margen y no entrar en provocaciones siguiendo su filosofía de paz y amor al mejor estilo hippie de los años sesentas y setentas.
Hoy la máxima preocupación del gobierno mexicano es garantizar la seguridad de sus ciudadanos que padecen desde hace décadas una ola violencia sin precedentes. ¿La Guardia Nacional de reciente creación será capaz de neutralizar la imparable ofensiva de la delincuencia organizada y los carteles de la droga? “que se acaben ya de una vez por todas tantos muertos, asesinatos, extorsiones y secuestros”
Por tal motivo AMLO decidió presentarse la semana pasada en el Colegio del Aire de la Base Aérea Militar de Zapopan en Guadalajara junto al Secretario de la Defensa, el Secretario de la Marina, y el gobernador de Jalisco para entregar el parte de las operaciones que se desarrollan dentro de la nueva estrategia de seguridad. Si se comparan los primeros meses de este año con los del 2018 al menos hay una ligera mejoría. “estamos en el buen camino pero nos va a costar un tiempo revertir las cifras de homicidios y desaparecidos” –declara con un gesto de preocupación. “le exigimos a los antisociales que cambien, que reflexionen y se desmovilicen. Si lo hacen, seremos generosos ayudándolos en la readaptación social y su incorporación al seno de la patria” -añade con un cierto aire de paternalismo. “Primero en materia preventiva hay que atender las causas de la delincuencia porque las anteriores administraciones condenaron a estos sectores marginales al olvido” “Los mexicanos tenemos que portarnos bien” “Más educación y cultura, más escuelas y universidades” Los jóvenes no pueden caer en las garras de la delincuencia, hay que darles alternativas para que se dediquen a estudiar y se olviden del alcohol o las drogas. “Que cambien, que sean buenos. Vamos a ofrecer becas para que no tengan que tomar el mal camino”
En las conferencias de prensa AMLO se ha empeñado en desarrollar una incansable labor pedagógica para explicar a la ciudadanía todos los pormenores de sus planes de gobierno. “la Cuarta Transformación pretende eliminar los abusivos privilegios de la clase oligárquica”. Por eso no se cansa de denunciar cómo llevaban a cabo los gobiernos neoliberales los más descarados actos de latrocinio, corruptelas y desfalcos. Desde los presidentes pasando por los secretarios, altos funcionarios y gobernadores gozaban de generosas prebendas y lujos más propios de marajás: mansiones, limusinas, aviones particulares o helicópteros. Para contrarrestar tales desvaríos ha decretado un plan de austeridad o de “pobreza franciscana” en un intento por revitalizar las exhaustas arcas públicas.
“Si en México se acaba la corrupción, se acaba la impunidad que ha profundizado las desigualdades”. Es la hora de recuperar los valores éticos y morales y sacar adelante un país con 50 millones de habitantes acuciados por la pobreza extrema. Mediante esta revolucionaria propuesta Morena se alzó con el triunfo en las elecciones. El humanismo es el rasgo más característico de su pensamiento y por eso una de sus obsesiones es la de reivindicar la memoria histórica de los pueblos indígenas victimas del racismo y la exclusión social. “La carta que dirigida al rey de España para que pida perdón por los abusos de la conquista es una oferta de reconciliación y amistad”.
AMLO parece un sumo sacerdote o chamán que levantando los brazos al cielo implora a los dioses que lo ayuden a exorcizar los espíritus malignos que asolan su patria. El presidente ha prometido que en el plazo de un sexenio sacará a México de ese oscuro pozo sin fondo. Si así lo hiciere compartirá la gloria eterna junto a Juárez y Cárdenas.
___________________________________
La Tijereta ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.