Internet, fue bonito mientras duró
Paco
Bello
Puede que suene catastrofista, pero se queda corto. Lo que
se prometía como la democratización de la comunicación y la información está
tocando a su fin. Todo es susceptible de ser cooptado y oligopolizado, y la ya
precaria pluralidad de la Red no iba a ser menos.
Algunos pronto volveremos a los guetos de los que salimos, y
nos rodearemos de nuevo de nuestra microfauna hiperpolitizada y sobreinformada,
esa que, por ver el vaso medio lleno, ya no es tan pequeña gracias sin duda a
este breve periodo de semi-igualdad comunicativa. Y no es una premonición, de
no mediar lo que casi podría considerarse un milagro, se trata de una realidad
inexorable.
Decir que internet era y es una amenaza para el poder, es no
decir nada nuevo. Y para prever que era una prioridad controlarla no hacía
falta ser un visionario. Lo que ya no era tan sencillo era predecir cómo se iba
a llegar a controlar a esa ‘digital’ minoría combativa (que aunque no sea
demasiado conocida excepto por frikis, la hay). Ahora ya empieza a estar más claro.
Los movimientos empezaron hace muchos años con la vieja
pretensión de la creación de lo que se dio en llamar el internet de dos
velocidades, aunque la velocidad no tuviera nada que ver en ello. Pero el
control de los ISP (los prestadores de servicios) a golpe de legislación
chocaba con los intereses comerciales de esos mismos gigantes poco dispuestos a
perjudicar a ciegas sus negocios. Pero no hacía falta, porque el capitalismo es
una máquina bien engrasada que tras varios siglos de perfeccionamiento funciona
de forma casi autónoma, aunque evidentemente haya quien está más que dispuesto
a echarle una mano si no lo hace.
Aunque no se trata ahora de dibujar una cronología de la
evolución de la red de redes, y mucho menos de ponernos románticos pensando que
quizá otros se hubieran defendido mejor de la fagocitación, se puede resumir
así: primero aparecieron los navegadores, infinidad de ellos, desde los
pioneros Netscape y Explorer hasta los Mozilla, Opera y Safari. Junto a ellos
aparecieron los buscadores, desde Altavista o Lycos hasta el españolizado Olé
que tan poco éxito cosechó. Hoy, por más que sigan existiendo alternativas,
tenemos a Google, y solo a Google, tanto en unos como en otros. Pero los
buscadores y los navegadores se quedaron cortos, porque solo servían para
encontrar aquello que buscabas y verlo de la mejor forma posible, y así
nacieron las redes sociales. La historia es la misma, fueron muchas y hoy
quedan dos de las que pudieran servir como herramienta para crear sentido común
de época: Facebook y Twitter.
Aunque especialmente Facebook, que es la que gracias a los móviles de última generación ve mi madre con ochenta años, y ve su vecino al que una imagen puede llamar la atención y acabar leyendo, por ejemplo, esta noticia. Y esa, que hasta ahora tenía otras inquietudes, y a la que nunca habíamos podido llegar desde abajo, es la parte de la sociedad que hace guardias en el cuartel, que barre las calles o prepara informes comerciales, que ve telenovelas, fútbol y toros, y que decide gobiernos.
Aunque especialmente Facebook, que es la que gracias a los móviles de última generación ve mi madre con ochenta años, y ve su vecino al que una imagen puede llamar la atención y acabar leyendo, por ejemplo, esta noticia. Y esa, que hasta ahora tenía otras inquietudes, y a la que nunca habíamos podido llegar desde abajo, es la parte de la sociedad que hace guardias en el cuartel, que barre las calles o prepara informes comerciales, que ve telenovelas, fútbol y toros, y que decide gobiernos.
El sistema neoliberal, por su propia naturaleza tiende al
monopolio en todos los ámbitos, y en la red ya se ha alcanzado. Ahora Google,
ya sin competencia, te muestra lo que él quiera de no ser que seas muy
específico en el criterio de búsqueda, y pese a todo no es lo que peor
funciona. Facebook hasta 2011 mostraba en tu muro aquello que publicaba la
gente o las páginas que seguías (que para eso la seguías), desde ese año ha ido
modificando su algoritmo (una fórmula en código más o menos compleja) para
acabar decidiendo qué es lo que vas a ver. Y Twitter ya ha anunciado que
también hará lo mismo.
Como es obvio desde esas empresas dicen que lo hacen para
que prime la calidad de los contenidos ofrecidos, a pesar de que fuiste tú el
que decidiste qué querías ver. Los damnificados más ingenuos defienden esas
decisiones porque comprenden que es lógico que, como van a hacer, se prime al
contenido promocionado (de pago por relevancia) porque las empresas están para
ganar dinero. Y muy pocos se han preocupado de echar un vistazo a las cuentas
de esas empresas, que son ya estratosféricas sin abordar cambios que en
realidad no tienen una finalidad económica de corto plazo, sino de pervivencia
y control a largo plazo.
Y esto va a más, excepto que se oponga algún inesperado
contrapoder social. Aunque tampoco hará demasiada falta que intensifiquen los
filtros, porque por ponerlo en contexto, con la modificación que Facebook ha
puesto en marcha este mismo mes, los medios que ni podemos ni estamos
dispuestos a pagar por llegar a nuestros propios seguidores ya estamos viendo
reducido el alcance real a una tercera parte del que teníamos. Y todo por una
fórmula tan sencilla como mostrar los contenidos no promocionados (o de medios
alternativos) en la parte baja del feed (o timeline) de los muros
personales. Y eso hablando del porcentaje de usuarios a los que llegan, que
también se ha visto reducido. Así parece que todo siga igual aunque todo ha
cambiado.
No hay más cera que la que arde. No voy a perder un minuto
mostrando qué botones hay que tocar en Facebook para que sigas viendo las
noticias en el orden que antes se mostraban, porque lo que estamos tratando no
se soluciona así, y por eso ellos mismos se permiten dejar activas estas
opciones. Los que seríais capaces de perder un minuto configurando vuestra red
social para que nadie decida por vosotros sois precisamente los que no es
necesario que lo hagáis.
Y no creo que esto tenga vuelta atrás, pero si hay alguna
posibilidad, parte de que los medios que, de momento, tenemos una difusión
mínimamente significativa y alguna capacidad de hacerlo, con la ayuda de ese
sector de la sociedad políticamente activo, y como proyecto abierto a
cualquiera, pusiéramos en marcha, y en común, sin personalismos, una red social
alternativa y libre. O promocionásemos alguna existente que no tenga
propietarios (si es que la hay). A nivel técnico no es algo demasiado complejo,
y a nivel de aceptación social cosas más difíciles hemos visto. Como siempre,
lo raro sería que nos pusiéramos de acuerdo en algo, y por eso no se hará. En
cualquier caso, valga este comentario como idea y compromiso. A veces una ilusa
amenaza es suficiente para limitar la ambición de una amenaza real.
El futuro no pinta bien. Lo que hoy se empezaba a conseguir
se puede perder a la misma velocidad con la que llegó. Ojalá sepamos verlo a
tiempo. Ojalá no volvamos a perder la batalla de los medios… otra vez.
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