domingo, 27 de mayo de 2012

En el sistema político mexicano, la traición se paga con cárcel.


Tulio Ortiz Uribe
Nadie puede dudar que la captura del ex gobernador Narciso Agúndez Montaño tiene fuertes implicaciones con el proceso electoral en curso, pero también es la factura que le está cobrando Felipe Calderón por lo que considera una traición, luego que decidió, junto con su grupo “Los Cabos”, apoyar al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.

En abril de 2007, fecha en que López Obrador no vuelve a dirigirle la palabra, Agúndez Montaño sorprendió a la clase política e irritó a la izquierda que lo llevó al poder, al asistir a un foro regional en Hermosillo, Sonora, con lo que implícitamente reconocía a Calderón Hinojosa como presidente de la República, no obstante que había un resolutivo del PRD, que pedía no reconocerlo “por su origen ilegítimo”

Calderón tomó nota de la presencia de Narciso Agúndez en la reunión y públicamente le dijo “Quiero que quede claro que todo esfuerzo de colaboración con la República encontrará en el gobierno la debida correspondencia y la justa reciprocidad", y señaló que “la sociedad demanda que no se obstaculice el trabajo del gobierno, y que la discrepancia entre las diversas fuerzas políticas no se convierta en un freno en la acción pública”

De ahí en adelante la relación con Los Pinos fue tersa. Agúndez Montaño no perdía ocasión para lisonjear al presidente, como cuando declaró con motivo del cuarto informe de gobierno en 2010: “Los sudcalifornianos en especial le reconocemos al presidente Calderón su atención, su actitud de colaboración y su compromiso con la entidad. No es casual que sea Baja California Sur el estado del país gobernado por el PRD, en donde el presidente de la República obtiene una alta aprobación a su desempeño: superior incluso a entidades gobernadas por Acción Nacional”

Cuatro meses antes, en mayo de ese año, Calderón tuvo la deferencia de llevarlo como invitado especial a una gira por Europa, atención que sólo prodigó a muy pocos gobernadores.

Narciso Agúndez estaba traicionando a la fuerza política que lo llevó al poder, pero tejía una alianza con Los Pinos que le redituaban en impunidad y más apoyos económicos. Entre 2005 y 2011 obtuvo 2 mil millones extras de participaciones federales.

Sin embargo el ex gobernador no entendió las claves esenciales de la política mexicana: puedes traicionar al partido político que te arropó, pero pagarás muy caro traicionar al Príncipe.