viernes, 9 de marzo de 2012



El arranque de la contienda presidencial

Andrés Ávila Armella
Una vez concluido el proceso interno de elección en el Partido Acción Nacional, se reveló el último nombre de los contendientes a obtener la presidencia de la República, siendo esta la Sra. Josefina Vázquez Mota.

En repetidas ocasiones nos hemos manifestado en contra de caer en la simpleza de los análisis políticos como los que se simulan hacer en la mayoría de los medios informativos, donde pareciera que la política es un juego de personalidades, un reality show de popularidad y no una lucha de clases. Al respecto hemos de señalar que la política burguesa se revela ante nuestros ojos como un enorme cúmulo de tonterías y banalidades; pero esta es sólo su apariencia, pues la verdadera política, o la gran política, para decirlo en términos de Gramsci, no se presenta de forma transparente, subyace oculta y hay que desentrañarla con base en el análisis siguiendo el método del materialismo histórico. Así que no le daremos demasiada importancia a los nombres ni anécdotas de los candidatos para tratar de entender el proceso, sin embargo, sí es importante el tratar de desentrañar el simbolismo que tras de dichos personajes, manifiestan hechos importantes de la política de la burguesía en el poder.

Para entender algunas bases de lo que será la contienda presidencial, partiremos de tres aspectos, 1.- Las necesidades de la clase en el poder. 2.- Las expectativas del pueblo. 3.-La propuesta de cada candidato-partido, para resolver las necesidades burguesas simulando cumplir expectativas populares.

Las necesidades de la clase en el poder
El mundo capitalista se encuentra sumergido en una gran crisis de larga duración que en los últimos años ha atacado incluso a los centros neurálgicos del capitalismo mundial, las economías más fuertes, tienen serios problemas para crecer y no han encontrado otra salida más que tratar de aumentar la cuota de ganancia a costa de los trabajadores y sectores populares. Las crecientes medidas de austeridad, que no son otra cosa que la prolongación de la jornada de trabajo y la reducción del gasto social, han dejado como secuela grandes olas de inconformidad que se manifiesta en diversos movimientos de resistencia en todo el globo; el movimiento obrero en Europa, principalmente en Grecia, movimientos de desempleados, campesinos, estudiantes quienes ven cada vez más lejos la posibilidad de vivir dignamente, han ido encontrando en su proceso de lucha el nombre de su enemigo, el Capital.

Ante dicha situación los gobiernos capitalistas han optado en general por la solución violenta, la represión sindical y diversas formas de guerra cuyos principales perjudicados son los pueblos. En México, dicho proceso se ha acentuado en los últimos años, la clase en el poder ha respaldado a las fuerzas políticas más reaccionarias, amparados en la violencia social que ellos mismos generan, han promovido una política militarista a la vez que luchadores sociales son asesinados, sindicalistas despedidos, campesinos y comunidades despojadas; mientras tanto, se da continuidad a una política económica tendiente a minar las conquistas históricas de obreros, campesinos, pueblos indígenas y estudiantes.

Sin embargo, las contradicciones que dicha forma de gobernar provocan, han profundizado la crisis del Estado mexicano, quien se haya cada vez más distante de liderar ideológicamente al pueblo de México, pero no sólo los trabajadores y los sectores populares se encuentran inconformes, también se ha manifestado la inconformidad de sectores de la mediana y pequeña burguesía, quienes han sido perjudicados por la creciente violencia social y por el comportamiento negativo de la economía.

Así pues, la burguesía tiene la necesidad de fortalecer su poder, valiéndose del Estado, y se ve obligado a hacerse representar por un aparato burocrático gubernamental que pueda ser fiel a sus intereses, pero que tenga la suficiente habilidad para controlar los efectos negativos para ellos, la inconformidad política y la violencia.

Las expectativas del pueblo
El pueblo mexicano tiene una amplia conciencia acerca de los perjuicios económicos de los cuales son objetos, el poder adquisitivo se ha disminuido considerablemente en los últimos años, artículos de la canasta básica alcanzan precios simplemente inaccesibles, lo cual lleva a millones de familias mexicanas a elegir, cuáles de sus necesidades básicas cubrirán con sus escasos recursos, aceptando momentáneamente el no cubrir otras tantas.

La conciencia política sin embargo se encuentra aún en una fase, por decirlo así, negativa. Esto es, la mayoría del pueblo tiene una profunda desconfianza hacia la política burguesa, suele ver en los personajes de la política a vulgares ladrones y mercenarios. La abstención en los procesos electorales gira alrededor del 50%, y ningún partido electorero logra levantar el entusiasmo popular; la mayoría de los mítines políticos se llenan de “acarreados”, gente que va a cambio de una despensa, material de construcción, o algún favor, o bien, por obligación; es el caso de un sinnúmero de trabajadores del Estado quienes son forzados a apoyar a sus jefes en sus aventuras políticas, a cambio de la posibilidad de mantener el empleo.

No es el engaño lo que explica la inmovilidad de grandes sectores inconformes del pueblo mexicano sino su desesperanza, pues han sido muchas las derrotas y no se ve a corto plazo una solución a sus problemas, ni siquiera organizadamente. Es poca la gente que realmente guarda esperanza en una vida digna, y parece conformarse con que las cosas no empeoren, o si acaso, mejoren sólo lo suficiente para seguir viviendo tan mal como antes de que las cosas empeoraran tanto. El pueblo aspira a tener un trabajo, tal vez duro y mal pagado, pero tenerlo, los campesinos aspiran a vivir cuando menos de su trabajo y no verse obligados a dejar su tierra, aunque su vida sea pobre; los pueblos indígenas, cuya dignidad ha destacado, parecen aspirar programáticamente, simplemente a conservar lo que tienen y no ser molestados, pero muy poco se ve en cuanto a proyectos políticos que integren al resto de los explotados del país.

Aunque no nos guste reconocerlo, porque no nos gustaría que así fuera, la Revolución socialista no aparece aún como una opción tangible para la mayoría del pueblo, quien para tomarla en cuenta como posibilidad requiere de un avance más significativo de las organizaciones revolucionarias y, de percibir en su programa, una salida digna y viable a sus problemas. Naturalmente esta situación puede cambiar, pero se requiere del empuje y trabajo de las organizaciones revolucionarias quienes por ahora nos vemos rebasados en nuestra capacidad.

La propuesta de cada candidato-partido
Enrique Peña Nieto: Representa al partido con mayor tradición de poder en México, el PRI, es sin duda la fuerza política que ha logrado tener mayor control sobre diversas ramas de la política, su poder está no solo en los gobiernos, aunque es el partido que más gobernantes tiene, sino también en el poder judicial, sindicatos, cámaras empresariales, ejército y policías. El PRI, ha formado cuadros para el Estado mexicano y es su escuela por excelencia. Por ello no es raro que tanto panistas como perredistas echen siempre mano de cuadros formados en el PRI, para dirigir sus gobiernos, tanto desde las cúpulas hasta en los mandos intermedios.

Peña Nieto no sólo representa a un aparato burocrático, quien presume de ser el que mayor experiencia y contactos tiene para gobernar exitosamente, también representa a la generación de priístas como Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, caracterizados por su comunión abierta y franca con la burguesía. Peña Nieto estudió en Universidades privadas, incluyendo el Tec. De Monterrey, cuyo perfil educativo está encaminado a la eficiencia empresarial. Entre sus familiares se encuentran prominentes empresarios del Estado de México, y su acercamiento a las cámaras empresariales es abierto, destacando el apoyo que tiene por parte de grupo Televisa. En resumen, es un personaje claramente comprometido con su clase y con el aparato burocrático estatal. Para el pueblo puede parecer un personaje ajeno, con rostro burgués y poco simpático, sin embargo, en medio de la desesperanza reinante, puede utilizar en su favor la triste esperanza de volver a un pasado obscuro, pero que ante los ojos de mucha gente es menos traumático que el actual.

Andrés Manuel López Obrador: Cuyo origen político también es del PRI, estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, por lo que su visión de la política es más completa. En su contra tiene el no ser un político formado directamente por la burguesía, a diferencia de sus dos contendientes, lo cual le vale cierta desconfianza de la misma, pero en su favor tiene la posibilidad de poder lidiar y comprender problemas que para ellos son más difíciles. Su carrera política ha sido tan oscilante como su carrera por la presidencia. Durante su gestión como Jefe de gobierno del DF, él trató de presentarse como un hombre de Estado, republicano, demócrata, liberal, un hombre en quien la burguesía podría confiar como administrador público y como negociador de conflictos sociales; trató de eliminar los prejuicios que la burguesía y los sectores conservadores tuvieran contra un personaje de “izquierda”, evitando incluso esa reivindicación. Promovió para empresarios muy influyentes como Carlos Slim, negocios importantes y oportunidades de inversión, procuró una buena relación con el arzobispo Rivera, caracterizado por su notable conservadurismo.

Sin embargo, esos gestos no fueron suficientes, y el bloque hegemónico de la burguesía en el poder, le impidió llegar a la presidencia mediante un fraude electoral. Su discurso entonces se radicalizó, procuró más la simpatía de los sectores populares y mando “al diablo las instituciones”, se pronunció a favor de los trabajadores del SME y de algunas otras causas populares de las que anteriormente había guardado distancia. Pero llegado el momento de registrarse nuevamente como precandidato a la presidencia, cambió nuevamente el discurso, ahora proclama el amor al prójimo y se presenta nuevamente como un pacifista, un hombre institucional que no tiene nada en contra de la clase en el poder, pero para quien tiene una lista de sugerencias para evitar algunas complicaciones económicas y políticas.

Como prueba de su compromiso de clase, ha anunciado que su secretario de Economía será Fernando Turner, empresario afamado de Monterrey, y que su secretario de Educación será Juan Ramón de la Fuente, tristemente célebre por haber enfrentado al movimiento estudiantil de la UNAM en el 2000, encarcelando a casi mil estudiantes y permitiendo la entrada del ejército disfrazado de Policía Federal a las instalaciones universitarias. Con este tipo de anuncios, López Obrador pretende otorgar garantías a la burguesía, asegurándoles que habrá gente de su plena confianza en el gabinete.

De los tres candidatos, AMLO es quien tiene más conexión con el pueblo, y representa para éste la posibilidad, no de un país nuevo, pero sí de mejorar aunque sea un poco sus condiciones de vida. López Obrador está en el límite inferior de las aspiraciones populares y ofrece al pueblo cumplirlas, mientras trata de convencer a la burguesía de que cooperar económicamente con el amortiguamiento de la inconformidad social, es una inversión válida y duradera.

Josefina Vázquez Mota: Es una mujer del PAN, formada en su partido en la ideología conservadora, católica, con un profundo y abierto compromiso con los ricos y poderosos de la Tierra. Su formación profesional, en la Universidad Iberoamericana y el ITAM, son garantía de haber sido educada al modo de quienes tienen el poder económico. Su matrimonio con un empresario, más allá de la cuestión personal, refleja los compromisos con la clase burguesa.

El PAN tiene a su favor ser el partido en el gobierno federal, por lo cual puede asegurar la continuidad de cierta política, evitando los costos burocráticos del cambio de gobierno, también tiene a su favor ser el Partido cuya ideología es más abiertamente representante de la clase en el poder. En su contra tiene el ser una fuerza política insuficiente para la administración estatal, pues su control gubernamental depende en gran medida del acuerdo con otras fuerzas políticas, principalmente el PRI. Hasta ahora, el PAN ha gobernado con el respaldo de gran parte del aparato burocrático priísta. En las anteriores contiendas presidenciales, tanto Fox como Calderón contó con el voto y el apoyo de buena parte del priismo, el cual se tuvo que definir entre apoyarlos a ellos o al PRD; en el 2006, por ejemplo, no obstante algunos sectores del PRI apoyaron a AMLO, otros apoyaron a Calderón, y al final, la cúpula de dicho partido inclinó la balanza otorgando el reconocimiento al actual presidente.

El apoyo popular siempre ha sido su punto débil, el discurso panista es muy poco atractivo para las masas proletarias y para los sectores populares en general, y su capacidad de gestión de conflictos, y administración de las crisis políticas, dependen principalmente del uso de la fuerza, misma que suelen utilizar con una torpeza tal, que llegan a incomodar incluso a sectores de la mediana burguesía. Tal como hicieron en la campaña para gobernador en Michoacán, es previsible que Josefina Vazquez Mota, utilice el hecho de ser mujer como un aliciente político que les cubra de un velo aparentemente moderno y democrático, sin embargo eso no garantiza mucho en términos políticos.

Con dicho escenario, arranca la campaña presidencial en México, las tendencias electorales pueden cambiar en la medida en que los acuerdos cupulares entre fuerzas políticas y cámaras empresariales se vayan logrando, pero podemos anticipar las siguientes constantes.

a) La principal discusión girará en torno de los modelos económicos de crecimiento, limitados todos a un marco capitalista neoliberal. Nadie pondrá en tela de juicio las principales dinámicas de acumulación capitalista.

b) Otra discusión será en torno al tema de la seguridad pública, en donde nadie cuestionará el legítimo derecho del Estado al uso monopólico de la violencia, sin embargo se discutirá la mejor forma de emplearla. En términos discursivos nadie se pronunciará por la represión, pero todos lo harán por el orden. Sin embargo no podemos perder de vista que para la burguesía y la burocracia política, orden y represión son una misma cosa.

c) La mayoría de las descalificaciones mutuas girarán en torno de los errores discursivos y de presentación de cada candidato, si leyó o no leyó ciertos libros, si cometió un exabrupto discursivo, si se logra relacionar a algún colaborador en hechos de corrupción, etc.

d) El entusiasmo y participación popular serán, lo más seguro, muy reducidos, siendo más determinantes en el resultado los acuerdos cupulares.

La única forma en que dicha tendencia cambie, es que surja de las masas de trabajadores y de los sectores populares algún movimiento independiente, el cual obligue a los contendientes a demostrar su capacidad de administración del conflicto social, o bien, que ocurra alguna situación hasta ahora inesperada. De lo contrario, la agenda política no sufrirá mayor transformación y mucho menos las condiciones de vida del pueblo, quien en medio del hartazgo y la desesperanza, requiere de opciones políticas que surjan de su seno y ofrezcan alternativas reales de transformación profunda del orden social.

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Andrés Avila Armella es Sociólogo, Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y estudiante del doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.