Soberanía estatal en riesgo, por venta de litorales
María Luisa Cabral Bowling
La
iniciativa de reforma al artículo 27 constitucional que fue aprobada
sorpresivamente en el Cámara de diputados y que debe ser tramitada ahora en el
Senado, es de tal trascendencia por las consecuencias que puede acarrear que
debería analizarse y discutirse ampliamente. Casi fue aprobada a escondidas, no
hubo una sola mención al respecto en los medios de comunicación los días
anteriores, lo que es una muestra de un manejo irregular.
La
reforma, en los términos aprobados por los diputados, permitirá que los
extranjeros particulares puedan comprar directamente tierras en la franja
prohibida de 50 kilómetros de la costa y de 100 kilómetros de la frontera.
La iniciativa contiene cuatro puntos:
1.
Que el uso de las tierras sea destinado para vivienda única y exclusivamente.
2.
Que el uso de las tierras no tenga un uso comercial, industrial, agrícola o
cualquier otro que implique explotación económica directa o indirecta que
derive de un uso a la vivienda o casa habitación.
3.
El extranjero deberá convenir con la Secretaría de Relaciones Exteriores en los
términos de la fracción I, del párrafo noveno, del artículo 27 constitucional.
4.
En caso de que las tierras sean destinadas a un uso distinto a la vivienda, la
ley establecerá los procedimientos para que el extranjero pierda los bienes
adquiridos en beneficio de la nación.
Su
presentación casi a escondidas, sin que se evaluara y se debatiera antes y su
aprobación sin ningún debate parlamentario, mostraron claramente cómo el PRI y el PAN (salvo muy honrosas y
contadas excepciones) ya tenían la decisión tomada y, como lo señalaron los
oradores de la oposición en la sesión, ni siquiera prestaban atención a los
argumentos que se les presentaron. Se aprobó por 356 votos a favor, 119 votos
en contra y 2 abstenciones.
Aunque
ya se está dando un debate sobre el tema, en particular en nuestro estado, afortunadamente,
es necesario que antes de que pase al Senado se propicie un mayor análisis. La
sociedad mexicana debe conocer esta reforma tan trascendente y debe contar con
suficientes elementos de juicio para analizar los múltiples aspectos y las graves consecuencias que
tendría su aprobación.
La
prohibición constitucional tiene una historia, la más relevante es la pérdida
de más de la mitad del territorio a manos de Estados Unidos. La razón de su
existencia no es el chauvinismo, ni la xenofobia o el nacionalismo mal
entendido, nada parecido. Simplemente es una protección ante el enorme
desequilibrio económico y político de México y de los mexicanos frente a
Estados Unidos y los estadounidenses. Se requiere tener una visión más integral
y más profunda de la situación ¿cómo pedirle que entienda de geopolítica y de
coyunturas internacionales si no sabe ni cuál es la capital de Veracruz?
La
desigualdad entre los dos países no solo no la hemos superado, ahora se ha
profundizado gravemente. A partir de los noventas aumentamos de manera todavía
más desequilibrada nuestra dependencia de Estados Unidos, en materia económica
y comercial con el TLC y a partir de la aprobación de ASPAN, por cierto firmado
en Los Cabos, y desde el Plan Mérida incluso en materia de seguridad.
A
esto podríamos agregar que la reforma laboral y la anunciada reforma energética
obedecen más o los intereses estadounidenses y a la crisis económica que
desataron desde el 2008 que a los intereses de la sociedad mexicana.
Definitivamente no es aceptable el argumento de que ya no debemos temer a
nuestros vecinos.
Durante
la revolución mexicana que coincidió con la conversión de Estados Unidos en
potencia hegemónica mundial hubo cuatro momentos, según Friedrich Katz en su
libro “La guerra secreta en México”, estuvimos
a punto de ser invadidos y que anexaran todavía más territorio, solo nos salvó
la inminencia y el estallido de la primera guerra mundial. Ahora estamos justo
en el proceso contrario, el repliegue de Estados Unidos frente al surgimiento
de otras potencias y en América Latina la desaparición de su influencia
determinante en Sudamérica y una profundización de su control en Centroamérica,
el Caribe y México. Sobre todo México está siendo utilizado en todos sentidos
como su colchón de amortiguamiento económico, en mano de obra barata y receptor
de inversiones desreguladas, de afectación del medio ambiente, entre muchos
otros aspectos.
En
la conferencia de prensa que ofrecieron Peña Nieto y Obama, por su visita a
nuestro país, ambos mandatarios hablaron sobre la integración económica de
Norteamérica, por primera vez sin ningún rodeo. Pero además resulta que somos
los principales socios y estamos profundizando el proceso de integración pero,
según lo dijeron ambos mandatarios la migración de mexicanos a Estados Unidos
es un problema interno de ese país, al igual que el comercio legal e ilegal de
armas, temas en los que ni siquiera se atrevió a opinar nuestro presidente. Fue
una muestra muy clara de nivel de dependencia que tenemos con Estados Unidos en
este momento.
En
este contexto, permitir la adquisición directa de tierras por los extranjeros
va a agravar los conflictos de la tenencia de la tierra que ya existen y la
península de Baja California es especialmente vulnerable al respecto, por
razones geográficas e históricas. Ya en Baja California Sur vemos conflictos
por propiedades costeras de las más valiosas entre estadounidenses, como es el
caso de Punta Arena de la Ventana. En Baja California Sur ocupamos desde hace
ya varios años uno de los primeros lugares entre las entidades con mayor tasa
de denuncias por el delito de despojo, junto con el estado de Morelos en donde
los conflictos campesinos se han agravado en los últimos años.
Es
falso que se diga que se trata promover el turismo porque es un paso más en la
distorsión del proyecto turístico. Quienes compran propiedades no son turistas,
son residentes o por lo menos residentes temporales y no promueven ningún
turismo, promueven el negocio inmobiliario y todos los negocios que derivan de
él para los extranjeros. Desarrollo turístico sería que los mexicanos
tuviéramos los grandes hoteles y los principales servicios turísticos para
beneficiarnos de su visita. Eso no es lo que está ocurriendo ya no solamente en
Los Cabos. De hecho el diputado Marcos Rosendo Medina Filigrana, del Grupo
Parlamentario del PRD comentó en la sesión de discusión de la reforma el caso
de San Miguel Allende, Guanajuato, “donde se han asentado ciudadanos
extranjeros y han adquirido grandes propiedades, viviendas, que violando la ley
las han convertido en hoteles-boutique y que hoy, al amparo de todas estas
omisiones e irregularidades, generan una competencia desleal para el sector
hotelero guanajuatense y en específico de San Miguel Allende”
Si
ahora sin la reforma ya las principales playas están cerradas, muchas de ellas
con vigilancia armada que impide la entrada a los mexicanos, esa presión va a
aumentar ahora considerablemente ya que para los inversionistas estadounidenses
es muy frustrante no poder tener títulos de propiedad en playas. Tenemos,
todavía los mexicanos un concepto muy diferente de la propiedad. Para nosotros
el subsuelo, la atmósfera y las playas son de la nación, de todos los
mexicanos, para ellos no. O sea que la presión para privatizar las playas será
tremenda.
Según
los términos de la propuesta se trata de que los particulares extranjeros
puedan adquirir propiedades solo para uso de vivienda y no para hacer negocios
lucrativos y en Los Cabos lo que predominan son los grandes desarrollos
inmobiliarios, son negocios inmobiliarios en donde los extranjeros son los principales
beneficiarios. Con la reforma a la ley de inversión extranjera de 1989, se
permitió que las empresas domiciliadas en México, aunque fueran 100% de capital
extranjero y de socios extranjeros pudieran comprar tierra como empresas
mexicanas. Se suponía que lo que se pretendía era que surgieran proyectos
productivos y se crearan empleos y la famosa derrama, que ya sabemos que es las migajas para acá y
las grandes ganancias para allá. Y los negocios productivos que surgieron
fueron los negocios inmobiliarios. Si estos no están limitados por la
iniciativa se va a agravar todavía más el despojo y la pérdida de soberanía, ya
evidente en Los Cabos.
Uno
de los grandes temas a discusión ahora en medio de crisis europea y del
prolongado aunque ya decadente predominio de la especulación financiera como
principal motor de la economía mundial, es la especulación inmobiliaria. Se
está hablando mucho sobre este tipo de especulación sobre todo ahora en las
ciudades, grandes y pequeñas, en donde se sacrifican espacios verdes y se hacen
construcciones que no obedecen a un crecimiento de las necesidades locales sino
a la lógica del negocio inmobiliario con graves afectaciones al medio ambiente
y a la comunidad local.
El
peligro es mayor en este momento en que las instituciones de nuestro país están
debilitadas en extremo, en que tenemos una corrupción generalizada, cada vez
con menos instrumentos para combatirla y en que la impartición de justicia se
encuentra en uno de sus peores momentos.
Para
Baja California Sur es particularmente delicado si vemos el enorme poder que están
adquiriendo algunos grupos de extranjeros, como el grupo Walton en concreto en
nuestra ciudad. El proyecto de ciudad emergente sustentable para la ciudad de
La Paz fue promovido y apoyado principalmente por la International Community
Foundation, que promueve los intereses de los estadounidenses residentes en el
extranjero, en particular en México y en Centroamérica. Ellos afirman en el
propio documento del proyecto que publica en su página que éste no hubiera sido
posible sin su apoyo. Desde hace tiempo estamos presenciando una transformación
de la ciudad de La Paz, las casas de interés social y la ciudad dormitorio
hacia el sur y la salida a las playas con “desarrollos turísticos” y en medio
el centro casi en desmantelamiento.
¿Cómo
puede hacerse una reforma responsable al respecto si ni siquiera se sabe
cuántos extranjeros residen en nuestro país? En el censo no son registrados por
ser extranjeros aunque residan en nuestro país. Por la cercanía y por las
facilidades que tienen para entrar y adquirir propiedades no necesitan ser
residentes, entran y salen como turistas. Incluso se ha llegado al grado de
hablar de turismo residencial, concepto que es totalmente contradictorio y que
muestra el engaño de la enajenación del territorio.
En
medio de esta discusión tenemos que congratularnos de que el diputado Alfredo Zamora García de Baja
California Sur declaró en la sesión que votaría en contra, al igual que otro
diputado de Baja California, por considerar que siguen vigentes los
argumentos que el constituyente de 1917 para establecer esta limitación y que
es inaceptable esta reforma.
En la sesión del Congreso los argumentos
que se presentaron a favor son muy endebles.
“Se
trata de erradicar la simulación en la propiedad extranjera en las playas de
México y de eliminar a los intermediarios, que a través de fideicomisos,
sociedades anónimas y prestanombres han lucrado con la prohibición constitucional",
afirmó un diputado quien agregó que "estaremos facilitando la inversión
turística y la generación de empleo local". Será erradicar la simulación
en el despojo y la desnacionalización, como hay muchas infracciones a la ley
que existe para proteger a los mexicanos pues hay que legalizarlas, otra vez con
la cantaleta del empleo. Es una tragedia nacional el que se siga esperando la
solución a la crisis y al desempleo a través de la inversión extranjera. La
inversión extranjera es un negocio, vienen a hacer ganancias, no a promover
ningún desarrollo. Además los mismos organismos financieros, Banco Mundial y
Fondo Monetario Internacional nos han alertado sobre el peligro de la actual
atracción en México para los capitales que ellos mismos llaman “golondrinos”,
inversiones altamente especulativas que no dejan ningún desarrollo. Igualmente
nos han alertado sobre el lavado de dinero en México y todos los especialistas
coinciden en que uno de los rubros preferidos de esos flujos financiaros no
siempre ilegales son los negocios inmobiliarios. ¿Cuántas construcciones
conocemos que no corresponden a las dimensiones de la economía local?
"Por
motivos estratégicos militares se consideró un riesgo establecer
permanentemente a los extranjeros en las fronteras y costas", señaló Beltrones
en la propuesta, pero según él las "circunstancias que llevaron al Poder
Constituyente a limitar que los extranjeros adquirieran tierras y aguas en las
fronteras y playas han sido superadas". Ya sabemos que la actual
administración ya no quiere hablar de guerra contra el narco, no sé cómo se le
pueda llamar ahora conflicto armado, o lo
que sea, pero el hecho es de que esta condición de violencia por el
narco está muy lejos de terminar, ha seguido creciendo y agravándose y el hecho
también es que no es un conflicto interno nacional sino un conflicto por lo
menos binacional, de Estados Unidos y México, porque el gran negocio y el gran
consumo están allá, aunque la inmensa mayoría de las muertes, sobre todo las
más violentas estén acá. Así que más bien estamos otra vez en uno de los
momentos más delicados de la historia de nuestro país, aunque no lo quieran ver
así.